Migración, remesas y consumo
Miguel Ricaurte Economista jefe Banco Itaú
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Miguel Ricaurte
La migración estaría detrás de un crecimiento del empleo más robusto que el reportado por el INE y del bajo aumento de salarios durante 2018, y como dijo el Banco Central en el recientemente publicado IPoM, sería responsable de una brecha más abierta (tema para otra columna). Poco se ha hablado del impacto que la migración tiene sobre las cuentas externas (quizás por su poca relevancia histórica en Chile) y del efecto que ello tendría en el desempeño del comercio, cuyo crecimiento se ha mantenido débil, como confirmarían las cifras que el INE dio a conocer hoy.
Durante mucho tiempo, la migración (principalmente proveniente de los vecinos Perú y Bolivia) representó entre 2% y 4% de la población. Pero el favorable desempeño de la economía chilena frente la región, no obstante el período de bajo crecimiento de los últimos años, motivó una entrada importante de migrantes tal que pasaron a pesar 6,7% de la población al cierre de 2018. La población migrante participa más en el mercado laboral (cerca del 76%, vs. menos del 60% del resto de la población), lo que sería coherente con un crecimiento del empleo sobre 2% el año pasado, frente al 1,4% oficial.
Estimaciones históricas muestran que el crecimiento del empleo ha sido el principal motor detrás de las ventas minoristas. Así, más trabajadores deberían favorecer el crecimiento del consumo. Considerando que el alza del empleo se aceleró hacia cerca de 2% en 2018, incluyendo el efecto de la migración, sorprende que el consumo minorista (incluyendo autos) creciera solamente 4% el año pasado, por debajo del 4,6% de 2017, cuando la economía tuvo un peor desempeño, y de nuestra proyección de casi 6%. ¿Qué falló con el supuesto del efecto favorable que tendría la migración sobre el consumo?
La respuesta parece estar en los datos de la cuenta corriente de la balanza de pagos. A diferencia de sus contrapartes chilenos, los migrantes ahorran una parte importante de su ingreso, la que envían a sus países de origen. Estas remesas alcanzaron US$ 1.500 millones (0,5% del PIB) el año pasado según el Banco Central. Para determinar cuánto representa este monto de su ingreso, usamos datos de la encuesta CASEN 2017 para estimar que el salario promedio para la población migrante está en torno a 450 mil pesos mensuales. Al año, y multiplicado por el número de migrantes ocupados (unos 650 mil según datos del INE y extranjería), estimamos que el ingreso total de los migrantes fue de US$ 5.200 millones en 2018, tal que cerca de 28% de su ingreso (US$ 1.500 millones /US$ 5.200 millones) fue ahorro y no consumo en Chile. Como comparación, la encuesta suplementaria de ingresos del INE muestra que para los quintiles 1 y 2 (el 40% de más bajos ingresos), cuyo ingreso es similar (unos 500 mil pesos al mes), la propensión a ahorrar es nula (de hecho, gastan más de lo que ganan).
Entonces, un comportamiento distinto de los migrantes frente a sus pares nacionales implica que si bien trabajan y ganan sueldos comparables, gastan una menor fracción de sus ingresos. Así, al menos en el corto plazo, no deberíamos esperar que el crecimiento del empleo favorezca la dinámica del consumo como lo hizo en el pasado. Con el tiempo, se puede especular que los patrones de ahorro/consumo de los migrantes cambiarán, pero algo que podría tomar varios años. Por ello anticipamos, una dinámica sólo modesta del comercio al detalle hacia adelante.