Matko Koljatic

La inutilidad de los grandes planes

La discusión de la reforma tributaria se ha centrado en...

Por: Matko Koljatic | Publicado: Jueves 10 de mayo de 2012 a las 05:00 hrs.
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La discusión de la reforma tributaria se ha centrado en dos aspectos. Por una parte, la cuantificación de los montos requeridos en la reforma. En ello, se discuten cifras muy dispares, en que la Concertación propone una recaudación hasta siete veces mayor a la propuesta del gobierno. El segundo eje de la discusión ha sido sobre cuales debieran ser los mecanismos tributarios a utilizar para recaudar más. En lo que parece haber acuerdo, sin embargo, es que dichos nuevos fondos deben ser usados para financiar la reforma educacional.



Nadie puede discutir que la educación en Chile, tanto pública como privada, debe mejorar si aspiramos a continuar por la senda del desarrollo. Hay un par de hechos, sin embargo, que invitan a la cautela al usar el argumento de los mayores recursos necesarios para llegar a mejorar la calidad de la educación.

Ya pasó el tiempo de los ‘grandes planes’. Durante la segunda mitad del siglo XX, los ‘grandes planes’ eran el paradigma de las estrategias de desarrollo, particularmente en las economías planificadas centralmente. Recuérdese, a modo de ejemplo, los típicos planes quinquenales que elaboraban los gobiernos de países como Cuba, la Unión Soviética y la China comunista. La evidencia de esos años indica que dichos planes eran efectivos en una primera etapa cuando se intentaba, por ejemplo, forzar la industrialización en rubros básicos de producción de commodities. Sin embargo, la planificación de largo plazo demostró que no era capaz de crear ambientes para enfrentar problemas más complejos, como el desarrollo de industrias en sectores en que interactúan muchos productores y consumidores y que requieren innovación y creatividad. Incluso, los ‘grandes planes’ fracasaron en sectores como la agricultura, en que hay unanimidad que ningún sistema puede reemplazar al mercado. A nivel local, el mismo tipo de evidencia nos lo entrega el Transantiago, el último ‘gran plan’ diseñado e implementado por un gobierno en Chile.

Mejorar la calidad de la educación en Chile, con miles de proveedores de características muy diversas, decenas de miles de profesores y millones de niños y jóvenes como sujetos del proceso, es aún más difícil que re diseñar el sistema de transporte de una ciudad. Se ha hecho múltiples intentos de mejorar la educación en el país, desde el Mineduc, con presupuestos importantes -recuérdese por ejemplo la jornada escolar completa- que han producido mejoras en la calidad de la educación mas bien marginales. Por lo mismo, no hay unanimidad entre los especialistas en que hay que hacer, más allá de algunas ideas generales sobre que hay que mejorar la calidad del profesorado, no dejar atrás a ningún niño e involucrar más a los padres. Más que un ‘gran plan’ de reforma educacional, pareciera requerirse de mucha experimentación para ver que funciona y que no y a partir de estas experiencias extender las mejores prácticas al resto de las escuelas y liceos. Por ello, pienso que el enfoque de una reforma más modesta en la recaudación, que financie esta experimentación, es un buen punto de partida. Si los resultados se dan, ya se podrá discutir en el futuro la inyección de recursos adicionales al sistema educacional, pero apoyando prácticas que se ha probado, empíricamente, que dan buenos resultados.

La segunda llamada a la cautela viene del hecho que a mayores impuestos hay menor crecimiento. Los impuestos son para financiar gasto público -un aumento de los tributos es porque se ha aumentado el gasto público. La evidencia estadística muestra que en el margen un aumento del gasto público disminuye la tasa de crecimiento. Otra evidencia es la ofrecen países como Suiza, Australia y Canadá, que a pesar de tener un alto desarrollo tienen niveles relativamente bajos de tributación. También es decidor lo ocurrido en Suecia en los ’90, en que disminuciones en el gasto público, devolvieron al país por la senda del crecimiento.

Siendo la mejora en la calidad de la educación un objetivo social y éticamente prioritario, debe considerarse que el crecimiento también lo es, ya que es la clave para resolver los problemas sociales a mediano y largo plazo.

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