¿Y las políticas públicas? No las olvidemos
MARÍA JOSÉ ZALDÍVAR LARRAÍN Abogada, ex ministra del Trabajo
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María José Zaldívar
Con la elección de los representantes de la Convención Constituyente comienza una etapa en la que nos dotaremos de una nueva institucionalidad y principios que nos regirán a futuro. En esta nueva Constitución buscaremos plasmar lo que como sociedad queremos ser y construir, y en este proceso, por cierto, cambiarán muchos de los paradigmas sobre los cuales hasta ahora hemos ido construyendo nuestra institucionalidad.
Sin embargo, este proceso no puede detener en ningún caso la necesidad de seguir avanzando en políticas públicas que vengan a hacerse cargo de la problemática que día a día viven las familias de nuestro país. Sobre todo porque existen realidades acuciantes que nos duelen y que no podemos permitir que sigan esperando una solución por más tiempo, pues quienes las padecen merecen una pronta respuesta.
Los ejemplos son varios, pero sólo me referiré a dos. En el tema de las pensiones llevamos años denunciando la necesidad de cambios profundos que permitan mejorar los montos de jubilación. Las pensiones son malas en nuestro país por múltiples razones, que no viene al caso exponer en este momento y -producto de los retiros, que dieron un alivio a la contingencia-, serán aún peores. Quienes están actualmente pensionados y quienes están próximos a hacerlo, merecen un acuerdo que les permita tener una mejora inmediata y sostenible en el tiempo. Y por lo tanto se debe trabajar en buscar los puntos en donde hay acuerdo para avanzar de manera rápida y decidida.
En el tema de incorporación femenina al mundo del trabajo, la situación siempre ha sido preocupante. Las tasas históricamente han demostrado una menor participación femenina, y consiguientemente una menor autonomía económica. Como es sabido, los efectos de la pandemia en el mundo laboral fueron especialmente agudos en las mujeres, que este año retrocedieron en participación laboral todo lo avanzado en la última década. Es necesario enfrentar decididamente este problema, entregando más herramientas y mayor fomento para potenciar su empleabilidad, pero al mismo tiempo es necesario, de una vez por todas, enfrentar las causas más profundas que producen esta baja participación: la falta de corresponsabilidad en todas las tareas de la vida, así como eliminar el que el costo de la maternidad recaiga solamente en las mujeres.
No resiste mayor análisis que una norma que debería dar protección a la maternidad signifique un costo excesivo para ellas. La sala cuna debe ser financiada de manera solidaria por todos los empleadores de Chile prorrateando su costo entre todos los trabajadores, independientemente del sexo o de la edad. Sólo así evitaremos que, al momento de entrevistar a una mujer joven, se tenga en consideración no sólo sus competencias o habilidades, sino también su probabilidad de ser madre.
El proyecto de sala Cuna Universal lleva años tramitándose y, mientras tanto, tenemos a muchas mujeres sin este derecho por trabajar en empresas con menos de 20 trabajadoras, y muchas otras sin trabajo, pues como ya había 19 contratadas, se optó por un hombre para el mismo puesto.
Esto no quiere decir que haya temas vedados para la Convención, pero sí comprender que en estas materias el legislador, Congreso y Ejecutivo, no pueden delegar su responsabilidad en otros y deben seguir haciendo esfuerzos por legislar, cuanto antes, soluciones que permitan a las personas mejorar significativamente su calidad de vida. Su mandato está vigente y más que nunca es necesario que lo ejerzan a plenitud por el presente y el futuro de nuestro país.