Las razones (y preocupaciones) tras la menor inflación
Rodrigo Aravena González Economista Jefe del Banco de Chile
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Rodrigo Aravena González
La inflación ha vuelto a estar al centro del debate y el análisis macro. Pero a diferencia de la tendencia de los últimos años, esta vez el IPC hizo noticia por la inesperada caída que tuvo en junio, trayendo consigo la primera noticia positiva macro en mucho tiempo.
Ello no deja de ser alentador, más aún al considerar que la coyuntura local ha estado marcada por una recesión desde 2022, mayor desempleo, tasas de interés en máximos de períodos comparables y la mayor inflación en décadas. Pese a ello, es crítico analizar la posibilidad de que realmente estemos ante una tendencia y no un dato volátil, como así también identificar los factores que están detrás de esta aparente normalización de precios.
“Junto a la marcada caída en el crecimiento, una menor inflación eleva las tasas de interés reales, con un efecto contractivo aún mayor en la economía. Con todo, las razones para esperar recortes de tasas en el corto plazo son aún mayores”.
En relación a la primera interrogante, hay varias razones que permiten sostener que la caída de 0,2% mensual en junio no es un dato aislado, sino más bien parte de una tendencia desinflacionaria real. Hay factores que incluso apuntan a que la caída del IPC podría ser más acelerada de lo que esperábamos algunos meses atrás, no siendo descartable que vuelva a acercarse a la meta de 3,0% a fines de este año.
Entre las razones que sostienen esta hipótesis destaca la menor inflación anual de todas las medidas subyacentes, las cuales retrocedieron en alrededor de un punto porcentual en sólo un mes, confirmando una caída de precios transversal y no atribuible a un grupo acotado de bienes. De hecho, la cantidad de artículos que subió de precios el último mes fue sólo un 42%, proporción muy inferior a las cifras cercanas a 70% observadas en el pasado reciente. En la misma línea, no se apreciaron alzas relevantes de precios en servicios indexados, dejando entrever que los efectos de segunda vuelta van en retirada. En la misma dirección, la apreciación interanual del peso chileno constituye una presión desinflacionaria adicional relevante.
Pero más allá del análisis desagregado del IPC mensual, es importante destacar que la caída de precios es una consecuencia natural al significativo deterioro que ha presentado la actividad económica. El PIB actualmente estaría completando su tercer trimestre consecutivo de caída, no pudiendo descartarse que se extienda hasta parte del segundo semestre. Esta recesión es consecuencia, a diferencia de recesiones previas, de una fuerte caída en la demanda interna, lo cual explica, en parte, por qué Chile podría ser el único país de la región en experimentar una recesión este año a nivel regional.
En este contexto, diversos indicadores del mercado laboral (como el índice de vacantes por Internet elaborado por el Banco Central) muestran que la demanda de trabajo se está debilitando, en un contexto donde hay más personas en búsqueda de un empleo, como ha sido evidente en la recuperación que ha presentado la tasa de participación laboral. Una tendencia similar se observa en diversos indicadores de demanda, como niveles de confianza e importaciones de consumo y bienes de capital, entre otros, que no evidencian un pronto punto de inflexión.
Para finalizar, es útil recordar que, junto a la marcada caída en el crecimiento, una menor inflación eleva las tasas de interés reales, lo cual genera un efecto contractivo aún mayor en la economía. Con todo, las razones para esperar recortes de tasas en el corto plazo son aún mayores, en un contexto donde quizás tendremos que esperar un tiempo mayor para volver a crecer de forma sostenida.