El nuevo escenario político
Jorge Selaive Economista Jefe Scotiabank y Académico FEN U. de Chile
- T+
- T-
Jorge Selaive
Luego de las primarias, el escenario político ha cambiado. Si bien la participación ciudadana superó todas las expectativas y los resultados evidencian la demanda por nuevos liderazgos -con un movimiento generalizado hacia el centro, hacia la menor utilización de fake news y hacia conglomerados con mayor capacidad de diálogo-, persisten importantes grados de populismo que continuarán afectando la percepción de riesgo país hasta noviembre.
La migración hacia un Estado de bienestar estaría casi garantizada al observar la parrilla de eventuales candidatos y sus oportunidades de triunfo, lo que en sí mismo no es un problema para inversionistas globales que lidian recurrentemente con estas situaciones. El problema es cuando esta migración ocurre de manera desordenada y con deficientes sustentos técnicos.
Cuando se mira el objetivo de recaudación de 8,5% del PIB de una de las campañas presidenciales, con 60% de ella sustentada en disminución de la evasión y impuesto al patrimonio ("super ricos"), las cosas comienzan a crujir.
Buenos impuestos a la herencia y a las ganancias de capital hacen innecesario un gravamen a los más ricos, medida que, en todo caso, no recaudaría el objetivo de 2% del PIB que se menciona en uno de los programas. No existen experiencias de impuestos al patrimonio que den cuenta de aquello. Por otro lado, la evasión tributaria sería reducida 50% con algunos ajustes, atribuciones al SII y, de forma inverosímil, sin tocar a las PYME. Dado que se ha mencionado como referente a Portugal, la lucha contra la evasión y elusión en ese país continúa sin éxitos materiales y, según Bhuen y Scheider (2016), ha sido superior a la de Chile para todo el período analizado por dichos autores.
Recaudar 1,5% del PIB modificando los tramos del impuesto a la renta es un objetivo alcanzable, pero es importante sincerar que aquello no podría ocurrir cobrando más a los asalariados de mayores ingresos (tramos más altos). La gran clase media tendría que forzosamente hacer una enorme contribución para llegar a esos objetivos recaudatorios; válido, pero importante transmitirlo así a los votantes, para con eso tener un voto informado y no caer en programas políticos cuya concreción posterior llevarían a decepciones de las expectativas creadas, algo que tanto se ha criticado.
La administración que deba implementar una eventual nueva Constitución, que estará dirigiendo el país al momento del plebiscito para aprobar o rechazar la nueva Carta Magna, no es algo inocuo y, por cierto, no es indiferente para el apetito de los inversionistas sobre Chile.
Para muchos, el movimiento hacia un Estado de mayor bienestar se movería en paralelo y de forma independiente a lo que suceda con el empresario, inversionista u observador externos.
Aquello está lejos de ser así, y muchas lecciones de países que han optado por sentirse "todo poderosos" terminan dañando a los mismos que quieren proteger.
La carrera presidencial está recién comenzando. Pronto tendremos nuevos candidatos, generando canibalización de votantes y disminuyendo con esto la probabilidad de pasar a segunda vuelta. En ese escenario, la elección de noviembre estará particularmente abierta, con grados importantes de incertidumbre y donde las encuestas volverán a darnos una guía sólo parcial de los resultados más probables.
La buena percepción política que dejó la reciente primaria presidencial puede verse opacada al poco andar si no prima la sabiduría para, en algunos casos, conceder y asegurar la convergencia y diálogo.