Inteligencia artificial, un desafío para los directorios
Agathe Porte Directora del IDDC, Instituto de Directores de Chile
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Agathe Porte
Según un reciente informe de Goldman Sachs, la implementación extendida de la Inteligencia Artificial (IA) podría incrementar el PIB global en un 7% (US$ $ 7 billones), lo equivalente al tamaño de las economías de Alemania y Francia juntas. Asimismo, el estudio destaca su enorme potencial para impulsar la productividad (hasta un 40%) y la competitividad empresarial.
Sin embargo, el informe también reconoce que la IA podría tener un efecto inquietante en las economías, ampliando la brecha entre los países desarrollados y aquellos en vía de desarrollo; y específicamente en el mercado laboral, aumentando la necesidad de trabajadores con habilidades tecnológicas, mientras que varios trabajos manuales se volverán prescindibles.
“Acelerar la incorporación de la IA en las organizaciones -y así prepararlas para una nueva era de productividad, competitividad y crecimiento- es ya parte del deber fiduciario de los directores”.
Muchos comparten este mismo diagnóstico. La competencia mundial por cosechar los múltiples beneficios de la IA se está volviendo feroz, considerándola incluso como una de las herramientas estratégicas y con mayor potencial desde la revolución industrial. Ningún país, sector o empresa es inmune al impacto de la IA y, si no se integra con fuerza y velocidad en nuestras empresas, su competitividad local y global está en un riesgo inminente.
En este contexto de inmensas oportunidades y también de grandes amenazas, los directores tienen un papel decisivo que desempeñar para acelerar la incorporación de la IA en las organizaciones y así prepararlas para una nueva era de productividad, competitividad y crecimiento.
Es más, lo anterior es parte del deber fiduciario de los directores, ya que el despliegue de la IA en las empresas es hoy una de las principales decisiones estratégicas que permitirá asegurarles prosperidad y permanencia en el tiempo.
En función de las necesidades identificadas y los objetivos perseguidos, convendrá definir el o las áreas de la empresa en donde se desarrollará esta herramienta, para luego maximizar los beneficios que ofrece: automatizar tareas repetitivas, optimizar procesos, reducir plazos e ineficiencia, simplificar, reducir costos, detectar ventajas diferenciadoras, anticipar necesidades y comportamientos, etc.
En paralelo, respondiendo a su deber de diligencia como directores, estos tienen que velar por la implementación de un sistema robusto de gobernanza relacionado con la IA, gestionando y mitigando adecuadamente sus múltiples riesgos.
Finalmente, en término de responsabilidad social empresarial, se trata de reconvertir nuestra fuerza laboral y capacitarla para el uso de la IA, y así garantizar que los numerosos beneficios de esta tecnología se compartan equitativamente.
Impulsemos la IA con fuerza y determinación en nuestras empresas. Nada es más urgente que eso.