Inflación que genera estragos
Enrique Marshall Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, Exvicepresidente del Banco Central
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Enrique Marshall
La inflación se ha elevado significativamente en el transcurso del último año, alcanzando una variación en 12 meses próxima a los dos dígitos. En las dos décadas pasadas, solo en un episodio anterior se alcanzó una cifra tan alta.
Recordando nuestra historia inflacionaria del siglo XX, más de alguien podría preguntar por qué preocuparse de un nivel que es quimérico, a la luz de lo que se observó en ese tiempo. Pero, más allá de cualquier comparación, el problema principal es que la inflación ha adquirido una dinámica preocupante, con riesgos de persistencia bastante altos.
“Más allá de cualquier comparación con el pasado, el problema principal es que hoy la inflación ha adquirido una dinámica preocupante, con riesgos de persistencia bastante altos”.
Como sabemos, los efectos adversos de la inflación son múltiples. Por de pronto, afecta al crecimiento. La inflación, más temprano que tarde, conduce a una elevación de los tipos de interés y, por esa vía, frena el gasto y, por tanto, la actividad. Ese efecto ya lo estamos experimentando. Un solo ejemplo: los créditos hipotecarios, que venían creciendo a tasas promisorias, se han desacelerado. Ello va a afectar la construcción de viviendas, la que depende en forma importante de los créditos disponibles para los compradores.
A propósito de las tasas de interés, parece acertada la reciente decisión del Banco Central que se hace cargo del problema inflacionario, pero contiene una dosis de prudencia, considerando que la actividad se está desacelerando con rapidez e, incluso más, que su velocidad se ha tornado negativa en lo más reciente.
Otro efecto preocupante son los que se están produciendo en el campo de la distribución de los ingresos y la riqueza. Es bien sabido que la inflación tiene un impacto negativo sobre el poder adquisitivo de los hogares. Con una inflación del 10%, por ejemplo, las remuneraciones se reducen en promedio en un 5%, suponiendo que se aplican reajustes anuales. Un impacto adverso adicional es el producido sobre los ahorros y los fondos previsionales de los hogares y los patrimonios de las organizaciones sin fines de lucro. Como resultado de la inflación y el alza de las tasas de interés, las valorizaciones de esos activos se han ajustado a la baja en porcentajes significativos.
En contraste con ello, muchas empresas están mostrando buenos resultados. Por la estructura de sus balances, el viento sopla a favor de los bancos y otras entidades financieras.
También es favorable para las empresas cuyos precios se ajustan con rapidez o por sobre el promedio. Por cierto, ello no se reproduce generalizadamente. Muchas empresas, especialmente de menor tamaño, se quedan atrás y pierden con la inflación.
En este contexto, bien vale prestar atención a las recomendaciones de quienes conducen la economía desde el Ministerio de Hacienda y el Banco Central. En medio de la tormenta, lo que corresponde es seguir las recomendaciones del capitán o la capitana. No es hora para aventuras ni desbordes.