Chile, Estado uninacional
FERNANDO BARROS TOCORNAL Abogado, consejero de SOFOFA
- T+
- T-
Fernando Barros
Las políticas públicas permiten entender el explosivo crecimiento de la identificación con la pertenencia a los denominados pueblos indígenas. Múltiples beneficios contempla el Estado exclusivos para ellos. Con simples trámites se obtiene el reconocimiento para obtener aporte estatal para el desarrollo de proyectos, subsidio para la adquisición de tierras, beca indígena, bono de desarrollo indígena, crédito indígena, etc., con el padrinazgo de Conadi, administradora de un relevante presupuesto fiscal para la adquisición de tierras y su traspaso gratuito a los denominados indígenas.
En las últimas décadas, particularmente después del derrumbe del muro de Berlín, han surgido diversas exaltaciones de diferencias sociales y culturales, presentándose como diferencias fundamentales que mueven a las masas en contra de injusticias y opresiones. En esa lógica surgen la ecología profunda y el ecologismo extremo, el feminismo vengativo y otras expresiones de conflicto social o racial.
“La inminente propuesta de la Comisión Presidencial para La Paz y el Entendimiento debe respetar el pronunciamiento ciudadano de que somos una sola nación y sus propuestas ir en pro de la integración total, sin discriminaciones”.
Excede a este espacio el análisis de la influencia de las culturas europeas, que antes conocimos como los descubridores de América, que trajeron la escritura, la ciencia, los conocimientos modernos, y hoy serían, según algunos, los blancos opresores que destruyeron las valiosas culturas locales. En el caso de Chile, quienes habían llegado antes que los españoles tenían un muy básico nivel de desarrollo, a diferencia de otros pueblos indoamericanos, y más allá de las particularidades del proceso de integración, éste trajo importantes avances y el mestizaje y, con el aporte posterior de nuevas inmigraciones, se conformó lo que hoy reconocemos, más allá de los distintos orígenes, como la nación y el pueblo chileno.
Las nuevas corrientes pretenden imponer la visión de que lo vivido no han sido procesos normales de conformación de las sociedades modernas, con integración de diversas culturas a través de expansiones territoriales, desplazamientos forzosos y, también la violencia, sino que agresiones que deben ser reparadas y restituirse a los descendientes de los habitantes históricos lo que “perteneció” a sus antepasados.
En nuestro país la legislación ha precedido al denominado “problema indígena”, muchas veces provocando su incremento, e incluso su surgimiento, con violencia en la Araucanía y zonas aledañas, y sectores extremos exigiendo la “recuperación” de “sus” territorios y, también, que se imponga la ruptura cultural, geográfica y política total entre chilenos.
El contundente rechazo a la plurinacionalidad y a toda la propuesta de la Convención Constitucional desnudó el carácter minoritario de sus postulados reivindicacionistas y discriminatorios. El sentir general, incluso en las zonas con mayor población presuntamente favorecida, sentenció que Chile no acepta la división territorial, étnica, religiosa o por cualquier otro motivo, que busque romper nuestra identidad y bandera únicas.
La inminente propuesta de la Comisión Presidencial para La Paz y el Entendimiento no puede buscar agradar a las élites y debe respetar el pronunciamiento ciudadano de que somos una sola nación, y más que insistir en el fracasado aislamiento territorial y cultural de los chilenos con ancestros indígenas, sus propuestas deben ir en pro de la integración total, y sin discriminaciones, de todos los que conformamos el Chile de hoy y que debemos construir juntos el del mañana.