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En el trabajo, la edad no es solo un número

Emma Jacobs

Por: Emma Jacobs | Publicado: Lunes 29 de julio de 2024 a las 04:00 hrs.
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A sus 91 años, Alf Dubs tiene dos medidas que guían su decisión de continuar como miembro laborista en la Cámara de los Lores del Reino Unido. La primera es personal: ¿puede hacer una contribución, particularmente en cuestiones de refugiados, un área en la que tiene cierta experiencia, entre otras cosas porque en 1939 huyó de Checoslovaquia en Kindertransport para llegar a Gran Bretaña? La segunda es si su familia y sus colegas creen que tiene la aptitud mental. Él les ha dicho que si hay alguna señal de que “estoy perdiendo el control, por favor, díganmelo”. El exdiputado no quiere correr la misma suerte que sus compañeros de edad avanzada, a los que ha visto “deambulando por la Cámara de los Lores con aspecto totalmente perdido”.

Se espera que más adelante, el nuevo Gobierno laborista obligue a sus miembros, o pares, a retirarse de la Cámara de los Lores al final del parlamento, cuando cumplan 80 años. “No me molesta”, dice Dubs, quien personalmente “no tiene ningún problema” con tal propuesta.

Ante las actuales tendencias de fertilidad, las empresas se encontrarán compitiendo entre sí por menos trabajadores jóvenes y recurriendo cada vez más a trabajadores de mayor edad.

En el marco de planes más urgentes esbozados en el discurso del Rey de la última semana, el Partido Laborista eliminó a sus pares hereditarios. Pero Dubs quiere ir más allá y favorecer una segunda cámara electa. Él cree que la edad es un “instrumento burdo; hay que tener cuidado de no discriminar”. Hay pares, como Neil Kinnock (82) y Michael Heseltine (91) “que hacen contribuciones importantes”. La antigüedad, en lugar de la edad, puede ser una guía más útil.

El debate sobre si uno puede ser demasiado mayor para un trabajo se había vuelto apremiante en Estados Unidos antes del intento de asesinato del candidato presidencial republicano, Donald Trump. El discurso político se centró en si, a sus 81 años, el Presidente Joe Biden era capaz de asumir un segundo mandato. La presión de los legisladores demócratas y los donantes para que Biden se retirara había aumentado después de una serie de errores verbales, entre ellos presentar al mandatario ucraniano, Volodymyr Zelenskyy,  como “Presidente Putin”, en una reciente cumbre de la OTAN.

La discusión sobre la edad del Presidente alimenta un debate más amplio, articulado por el escritor irlandés Fintan O’Toole: “Biden, con justicia o no, es el pararrayos de los profundos descontentos generacionales”. En otras palabras, la ira por el hecho de que las generaciones mayores acaparan empleos y riqueza.

A nivel mundial, Biden y Trump, que tiene 78 años, son una minoría. Pew Research reveló que la edad promedio de los líderes nacionales es 62 años. La mayor proporción de líderes globales (34%) está en sus sesentas;  una quinta parte (22%), en sus cincuentas; el 19%, en sus setentas; y el 16%, en sus cuarentas. Biden está entre el 5% de los líderes en torno a los 80 años. El nuevo primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, tiene 61 años y reemplazó a Rishi Sunak, de 44 años.

Trabajar a una edad avanzada es una posibilidad para muchos de nosotros, conforme la edad de jubilación va aumentando, junto con la esperanza de vida. Pero también, como señala Andrew Scott en su libro “The Longevity Imperative” (El imperativo de la longevidad), “dadas las tendencias de fertilidad, las empresas se encontrarán compitiendo entre sí por menos trabajadores jóvenes y recurriendo cada vez más a trabajadores de mayor edad”.

Para lograrlo, tendrán que superar la discriminación por edad. Si bien Biden y la Cámara de los Lores solo han exacerbado esto, es un problema persistente. En su libro “Working” (Trabajar) de 1974, Studs Terkel escribió que si bien “la ciencia de la medicina ha aumentado nuestra esperanza de vida”, los empleadores no se han puesto al día. “La ciencia de los negocios desaprueba a las personas mayores”.

Terkel citó al economista laborista John Coleman, quien aceptó (y perdió) varios empleos como obrero, como parte de su investigación, lo que lo dejó sintiéndose “desmoralizado”. “Tuve una idea de cómo se sienten los profesionales de mi edad cuando pierden su trabajo y su confianza comienza a hundirse”, dijo Coleman. Tenía 51 años.

Emily Andrews, subdirectora de trabajo del Center for Aging Better, dice que en lugar de ver a los empleados únicamente “a través de una lente de edad”, es más importante “si las personas pueden hacer su trabajo”. Scott está de acuerdo con que es razonable que alguien elegido para un puesto de alto nivel demuestre su capacidad cognitiva y su idoneidad para el puesto. “El problema es exigirlo solo a quienes tienen, digamos, más de 80 años. Pensamos en la edad solo en términos de deterioro (salud, cognición), pero algunas cosas aumentan, por ejemplo, la experiencia”, dice.

Para dar paso a nuevos talentos y equipos dinámicos, Scott dice que los empleadores deben seguir siendo innovadores y, al mismo tiempo, evitar la discriminación por edad y “negar derechos y oportunidades a las personas mayores”. Eso significa asegurarse de que las instituciones se ajusten y adapten para incluir a todas las edades. Esto no es solamente una defensa para un grupo especial: puede que los jóvenes no lo crean, pero ellos también van a envejecer.

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