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DF Tax | La invariabilidad tributaria: la roca de Sísifo

Por: Mario Silva, profesor de Derecho Tributario de la Universidad de Chile. | Publicado: Jueves 17 de octubre de 2024 a las 04:00 hrs.
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Mario Silva, profesor de Derecho Tributario de la Universidad de Chile.

En el año 2014 se deroga el hasta entonces famoso DL 600, que establecía invariabilidad tributaria, no solo de tasas, sino además de interpretaciones administrativas, por determinados períodos. Entre otras cosas, este sistema garantizaba también el acceso al mercado cambiario formal de divisas. El gran fundamento para su derogación fue que Chile ya tenía estabilidad, gran certeza jurídica, y competitividad tributaria que hacían innecesaria su existencia. Han pasado ya diez años desde ello y, si bien pueden existir distintas opiniones al respecto, es claro que en estos tres temas como país estamos al debe.

Así como Sísifo fue condenado a empujar una roca colina arriba, verla caer y repetir el proceso una y otra vez, parece que estamos condenados a convencer a los inversionistas que en Chile sí hay estabilidad, certeza y competitividad. En nuestra opinión, una buena alternativa en pos de ello sería el restablecimiento de la invariabilidad tributaria, y también sería conveniente extenderla al área administrativa para permitir el desarrollo integral de los proyectos.

Chile no es un país rico, ni tampoco tenemos una extensa historia económica exitosa. Nuestros logros y avances son solo en las últimas décadas, con la llegada de la democracia, en esos ya manidos 30 años. Por ello, cabe hacerse la pregunta, ¿necesitamos hoy día mayor inversión y crecimiento? Sin lugar a dudas la respuesta a coro debiera ser sí. Pues bien, en nuestro entorno actual y después de tanta reforma, la invariabilidad tributaria, y la estabilidad en las reglas, así como la protección de las inversiones, son herramientas esenciales en este contexto y realidad.

La previsibilidad, no solo tributaria, sino también regulatoria o de permisos para los proyectos de inversión, es uno de los principales anhelos para las empresas, tanto nacionales como extranjeras. La posibilidad de planificar a largo plazo sin la preocupación de cambios repentinos es lo deseado por los inversionistas.

Así, para atraer inversión extranjera y nacional directa, un nuevo estatuto de invariabilidad tributaria, al cual se puedan acoger las empresas por largos periodos; así como certeza y predictibilidad de las autorizaciones y permisos administrativos para proyectos relevantes y de largo aliento, serían un gran incentivo. Así, aunque suene obvio, si se cumplen los requisitos legales y normativos, no debe ser posible rechazar proyectos, ni que se permita su judicialización a última hora. Es decir, crear una garantía de que, cumplida una etapa del proceso, ya no pueda volverse atrás y reiterar una nueva revisión.

Los inversores desean jurisdicciones donde puedan operar con un alto grado de certeza y seguridad jurídica. Un régimen fiscal estable y predecible, tanto en lo tributario como en lo administrativo reduce el riesgo y puede ser un factor decisivo para atraer capital. En un país que aún está construyendo su reputación económica, un estatuto como el antes descrito, es clave para romper el ciclo del esfuerzo sin recompensa, similar a la roca de Sísifo.

Que se requieren medidas adicionales para el crecimiento, sin lugar a duda. Por ejemplo, una mayor participación y coordinación público-privada. Pero la invariabilidad sería un muy buen comienzo para romper la inercia en que nos encontramos.

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