DF Tax | Hidrógeno verde en Chile: el tercer milagro
Luis Felipe Ocampo, socio de Recabarren & Asociados.
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Luis Felipe Ocampo
Cuando comenzaba la década de los 80, también iniciaba mi paso por la educación media, y en alguno de esos días, en primero medio, el profesor de historia nos enseñaba respecto a historia económica de Chile. Ahí se refirió a algo que llamó a los milagros de nuestro país. Nos enseñó que siempre hemos sido un país minero y que el cobre ha estado presente desde tiempos de la colonia. Sin embargo, después de terminar la Guerra del Pacífico, entre 1883 y 1914, el salitre llegó a representar el 70% de las exportaciones chilenas.
Pero, con la competencia de fertilizantes artificiales generados en esos años, la demanda tuvo una importante baja, la que se recuperó motivada por la industria bélica, que utilizaba salitre en la producción de pólvora y municiones, hasta que vino su ocaso hacia el año 1925 .
Con ese problema agudo, el Estado chileno buscaba formas de financiarse, y un segundo milagro estaba en ciernes. En ese tiempo, el cobre era un mineral muy demandado internacionalmente ya inicios del siglo XX la producción mundial comenzó a bajar y las minas de alta ley veían muy reducidos sus rendimientos derivados del agotamiento de las vetas que del 60% de contenido bajaron a 2% . Es así como nuestro país, que mantenía una producción discreta, fue visto por empresarios norteamericanos como la salida a la baja producción, pues las reservas de cobre en Chile resultaban gigantes en la Cordillera de Los Andes. Surgen en EE.UU. compañías como Braden Cooper Company, Chile Exploration Company y Andes Cooper Mining, desarrollando la llamada gran minería del cobre que se mantuvo bajo un régimen de gran libertad y bajos impuestos hasta 1971, cuando se produce la llamada nacionalización del cobre. Posteriormente surgiría un sistema mixto, más controlado, pero igualmente ventajoso para los inversionistas extranjeros, aumentándose de manera razonable la tributación al establecer un impuesto a la extracción, el llamado royalty minero.
Ya en el siglo XXI, al finalizar el primer quinto, el país sufre convulsiones sociales y políticas con el llamado estallido social; la situación se complejiza aun más con la pandemia de Covid 19, que obliga a congelar la economía para resguardar la salud de las personas. Con ello se pierden miles de empleos formales y se hace necesario que el Estado subsidie los ingresos inexistentes de las personas para que puedan mantener cubiertas sus necesidades esenciales y continuar cumpliendo extensos períodos de cuarentena.
Actualmente el desafío para generar mayores recursos que permitan financiar esa inmensa ola de transferencias directas a la población, mantener activo un sistema de salud en extremo demandante y la serie de demandas sociales que el proceso político ha exacerbado, pretendiendo imponer por algunos sectores políticos un estado de bienestar que no tiene posibilidades de ser viable en el mediano plazo sin un alto porcentaje de inversión, de crecimiento económico real y un sistema tributario que propicie estos dos puntos y no ahogue a la economía ni espante la inversión, resulta simplemente una promesa política irreal, como estamos acostumbrados a sufrir.
Muy probablemente el profesor Carvallo ya está jubilado, y sería un lindo regalo que pueda ver en esta columna su legado pedagógico y disfrutar la nostalgia de un verdadero maestro, materializada en un minúsculo aporte de uno de sus tantos alumnos, quien, adolescente de 14 años, lo escuchó con atención y aprendió de él.
El aprendizaje permite pensar hoy en un tercer milagro. Así es, el innegable cambio climático ya se hace sentir muy fuerte en nuestra zona central, muestra de ello es la elocuente y cada vez más marcada sequía. Chile, por su tamaño y nivel de desarrollo, aporta sólo el 0,3% de las emisiones globales que generan el problema, pero resulta en extremo urgente generar mecanismos para detener las emisiones causantes del problema y devolver, lo antes posible, su equilibrio al planeta.
El tercer milagro
Una de las contribuciones más grandes al calentamiento global lo genera el uso de combustibles fósiles, como el petróleo y sus derivados. Por ello es imperioso converger hacia un proceso de descarbonización integral y lo más rápido posible. Esto exige generar un combustible apto para ello y que permita reemplazar de forma muy veloz los combustibles fósiles. Y ese combustible existe, el Hidrógeno, abundante en la naturaleza y Chile detenta condiciones inmejorables para producirlo a gran escala, en su modalidad verde (H2V): es decir, con proceso de electrólisis, en base a energía eléctrica generada vía el incesante sol del norte o el poderosísimo viento de la Región de Magallanes.
Las proyecciones del uso de este combustible en mediano plazo son en extremo alentadoras. Por ello, a nivel mundial, las petroleras ya desarrollan, de manera muy discreta y silente, importantes proyectos de investigación y desarrollo tecnológico para superar ciertos desafíos que presenta el H2V, como ocurre con reducir costos de producción y el almacenamiento. El uso de este combustible es escalar, la estrategia que ha presentado en esta materia el Ministerio de Energía considera distintas fases, entre ellas su uso como combustible para movilidad de naves, aviones y vehículos terrestres, usos industriales y a futuro domésticos.
El H2V no es un sueño. A esta altura ya existen vehículos alimentados por este combustible limpio, que se obtiene del agua, con electricidad generada por energía solar o eólica y cuyo residuo es vapor de agua. Sin ir más lejos, en España ya existe el Toyota Mirai, vehículo fuelcell, que se mueve con hidrógeno.
Como vemos, la alternativa está al alcance de la mano. Chile está apostando por generar una estrategia de H2V y, prontamente, se generará una regulación específica al respecto. Esperamos que exista completa unanimidad de lo necesario que resulta ser, ni que tampoco se busque aplicar una desmedida carga tributaria con fines exclusivamente recaudatorios, pues aquí lo esencial es que la adopción del sistema se haga lo más rápido posible, pues las consecuencias del alza de la temperatura global ya las estamos sufriendo. Los proyectos e inversionistas ya están, ahora sólo queda regularlo razonablemente y convertirnos pronto a esta necesaria tecnología.
Tiene la potencialidad de ser el tercer milagro.