DF Conexión a China | No sirve la Guerra Fría
Dorotea López Giral Directora Instituto de Estudios Internacionales, Universidad de Chile
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Dorotea López Giral
La interpretación del enfrentamiento geopolítico entre Estados Unidos y China por los principales analistas mundiales, tanto económicos como políticos, parece utilizar herramientas analíticas del pasado, principalmente aquellas de la Guerra Fría, en circunstancias en que el escenario actual presenta muy pocas similitudes. Las conclusiones de estos análisis, intencionales o no, pueden resultar equívocas.
La sensación general de los analistas es que después de la crisis suscitada por el Covid-19 subirá la tensión en la relación entre Estados Unidos y China; no en vano, el Presidente Trump ha llamado, de manera bastante despectiva, al “virus chino” como causante de la pandemia que nos tiene confinados. América Latina –y Chile, por tanto– debe ser capaz de alejarse de la lógica bipolar y comprender que lo que sucede en la guerra comercial sino-norteramericana tiene más que ver con las emociones y la política doméstica que con la implementación de un nuevo orden mundial, en el cual sólo cabe asimilarse a la posición de uno de los dos “capitanes”.
Aunque las políticas de Donald Trump han dividido a su país en forma radical, hay una de ellas que suscita consenso: la guerra comercial y tecnológica contra China. Esta ha recibido un fuerte apoyo tanto de los republicanos com de los demócratas, y una legitimidad popular vinculada a una aparente ventaja cortoplacista de mayores empleos y menor dependencia del gigante asiático. Incluso George Soros, crítico acérrimo de Trump, ha valorado este posicionamiento como correcto para el futuro.
No obstante, a diferencia del pasado, no existe una contradicción ideológica entre las intenciones de mediano plazo en ambos países, más enfocados en su transformación interna y las posibilidades comerciales que en una disputa por la hegemonía mundial. Con todo, es evidente que la guerra de estrategia geopolítica entre Beijing y Washington es lo que venía marcando este último semestre, y el Covid-19 funciona incluso como un espejo.
Debemos tener claro que China se encuentra en un proceso de estructuración de su discurso político, alejándose del paradigma comunista y acercándose a una revaloración de su pasado. Asimismo, adoptó un rasgo muy positivo de cara a los demás actores con los que establece vínculos comerciales: ya no exige que las sociedades se conviertan a su modelo y es capaz de mantener relaciones muy diversas y pragmáticas, al mismo tiempo que respeta más los fallos de las instituciones multilaterales.
Por ello, Chile debe ser cauto en superar la interpretación dominante y no dejarse llevar por un líder como Trump, que busca permanentemente sacar ventajas domésticas. El Covid-19 ha reflejado cómo Estados Unidos no teme distanciarse de las directrices de los organismos internacionales.
La experiencia nos enseña que las contradicciones de los discursos en las guerras geopolíticas y comerciales son normales. Las nociones del ying y el yang muestran que los opuestos son también interdependientes.