Un café muy cargado
CLEMENTE PÉREZ Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
Con el triunfo de Trump y de la ola conservadora en Estados Unidos, algunos fondos han empezado a castigar a empresas que han desarrollado programas de sustentabilidad, o de diversidad, equidad e inclusión (DEI). Se trata de una persecución corporativa contra empresas catalogadas como woke.
Empresas como Wallmart han dejado de vender productos con temática LGTB, debido a presión de influencers conservadores. El fondo de inversión Azoria Partners anunció que excluirá a empresas woke de su portfolio. De hecho, ya eliminaron a Starbucks como empresa elegible, por utilizar cuotas de diversidad en sus políticas de contratación.
“Las AFP han logrado defender con éxito el mensaje de la libre elección. Son un caso de estudio de cómo una industria que casi muere por oponerse a todo, recapacita y logra sobrevivir”.
Puede ser que algunas empresas se hayan “pasado algunos pueblos” en sus intentos de empatizar con la ciudadanía. De hecho, la propia cadena Starbucks, a través de su sindicato, tuvo tristes episodios de apoyo al estallido social. Te ofrecían escribir en sus vasos de café latte solicitudes de renuncia al Presidente Piñera, de apoyo al perro matapacos y de No + AFP, junto con un croissant de $ 6.200.
Esa y otras empresas pueden caer en excesos con la intención de “congraciarse” con sus consumidores. Generalmente, cuando politizan mucho el mensaje, lo hacen con la gracia de un elefante en una cristalería. Las empresas se mueven con torpeza en el mundo político.
Sin embargo, así como algunas empresas se hiperventilan en su afán de congraciarse con las audiencias, también hay otras que demuestran total falta de empatía. Eso explica, en gran medida, que las AFP y las isapres hayan estado con respirador artificial en los últimos años.
Finalmente, las AFP salieron de la modorra y con una campaña correcta lograron defender con éxito el mensaje de la libre elección de los fondos previsionales, tanto que de un 6% que se quería llevar a reparto, hoy estamos ante un posible acuerdo en torno a un 0,5% de reparto (ojalá que se logre, estamos ante una oportunidad histórica de cerrar un tema tan importante para la paz social). Es un caso de estudio de cómo una industria que casi muere por oponerse a todo tipo de cambio, recapacita y logra sobrevivir.
Volviendo a la ofensiva contra las empresas llamadas woke, es de esperar que las cosas vuelvan a la normalidad: que se valore e incluso premie a aquellas que hacen esfuerzos especiales por promover la equidad de género y el respeto por el medio ambiente. Estos no son monopolio de la cultura woke, sino opciones realizadas por empresas con responsabilidad social, y que les interesa no solo la utilidad de corto plazo, sino también una estabilidad en el tiempo, lo que implica conexión con la ciudadanía y compromiso de respetar el medio ambiente.