El derrumbe de la DC
Clemente Pérez Abogado, Máster en Políticas Públicas
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Clemente Pérez
Querida Yasna, señora Carmen: no es posible subirse al carro de la crítica a los 30 años, después de haber sido Gobierno durante casi todo ese tiempo.
Esos 30 años fueron los mejores de nuestra historia, bajo cualquier indicador: crecimiento, equidad, educación, infraestructura, medio ambiente. Sin embargo, nos pidieron que nos sintiéramos avergonzados de ellos, y la ex Concertación (a su vez, la mejor alianza política de la historia) se compró ese discurso completamente.
Pero no tenía por qué ser así. Hace pocos meses, Yasna, eras la candidata con mayores probabilidades de salir electa, según varias encuestas. Fue cuando hablaste de los mínimos comunes. Cuando se buscaron espacios de entendimiento, cuando la DC estuvo a punto de seguir haciendo el rol de bisagra que Chile necesita.
Pero luego, en vez de los mínimos comunes, preferiste jugarte por el cuarto retiro (desoyendo a todos los expertos). La inflación fue atribuida a factores puramente externos, mientras que la valiente decisión de Carolina Goic por poner racionalidad a esa discusión fue catalogada como fruto de una "agenda personal".
En vez de apostar por la gobernabilidad y la paz, prefirieron defender la libertad para los "presos de la revuelta" y no sólo de los que están siendo formalizados, sino también de los condenados (excepto, por cierto, de las fuerzas de orden, porque para ellos no había indulto).
Despenalización del aborto, proyecto de ley de nacionalización de los ahorros que tienen los trabajadores en las AFP, en fin, un programa bastante similar al de Gabriel Boric, el que a su vez, y al decir de sus propios responsables, muestra "un 90% de coincidencia con el programa del Partido Comunista".
Somos muchos los que con harta pena nos fuimos de la DC, después de haber sido militantes de toda una vida. Nos dejaron partir sin problema, casi como que nos empujaron a hacerlo.
Partiendo por el propio Sichel, que pese a ser independiente les ganó en las primarias a los líderes de los partidos de la derecha tradicional. Pero no importa, sigan repitiendo sin cesar esa frase de Tomic: "Cuando se pacta con la derecha, es la derecha la que gana". Tanto al autor de la frase, como a muchos que la han repetido después, les ha ido mal en su estrategia. No hay peor negociador que el que tiene comprometida su entrega.
La polarización a la que hemos llegado se debe, en parte importante, a que la DC dejó de jugar ese rol articulador, en el centro. Hoy el Congreso muestra que la derecha dura y el PC pasan por su mejor momento, mientras que el centro quedó completamente disminuido. La DC logró elegir sólo ocho diputados, después de haber sido la bancada más grande del país hace pocos años. ¡Cómo se echan de menos esos cupos cedidos al PC en su momento por la vía de los pactos por omisión! ¿Alguien creerá que serán devueltos?
La DC tiene que liderar los grandes acuerdos. Sentirse orgullosa de su legado. Cumplir un rol de líder en el centro y no de vagón de cola en la izquierda. Aglutinar al cristianismo social y competir con la democracia social en primarias (ojalá legales). Los que ganen, asegurar que los derrotados te sigan. No dejarlos tan heridos que se van para la casa. Leer bien las encuestas, en vez de desautorizarlas, también ayudaría. Y una buena autocrítica debiera ser el punto de partida.