Chile y la geopolítica de los minerales críticos
Eduardo Bitran Profesor de Ingeniería y Ciencias UAI
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Eduardo Bitran
La transición energética global genera un cambio sustancial en la demanda por los minerales necesarios para el despliegue de tecnologías limpias que permiten avanzar en la descarbonización del planeta. Las tecnologías de la transición energética requieren seis veces más minerales que aquellas basadas en combustibles fósiles.
La dependencia de China de los países desarrollados en las industrias clave de la transición energética ha llevado a estos últimos a establecer políticas orientadas a contrarrestar la ventaja del gigante asiático en el acceso a estos minerales críticos y el desarrollo de capacidades de producción en sus cadenas de valor y metas ambiciosas de reciclaje de metales.
“En el nuevo contexto geopolítico deberíamos negociar el acceso a los incentivos a la inversión nacional que han establecido los países desarrollados”.
Por una parte, EEUU con el “Inflation Reduction Act” (IRA), genera subsidios a las empresas nacionales que se desarrollan en estos ámbitos y limita las importaciones de insumos con un contenido de producción de empresas chinas. Europa, por otro lado, lanzó en marzo del año pasado la “Critical Raw Material Policy”, que establece estímulos a la inversión con el objetivo de reducir la dependencia en el acceso a minerales críticos, privilegiando la colaboración con “like minded countries”.
China, por su parte, ha establecido restricciones en la exportación de minerales críticos tales como tierras raras y grafito, lo cual ha estimulado en los países desarrollados innovaciones tecnológicas que reducen el requerimiento de estos minerales. En productos intermedios para la transición energética, China domina el mercado mundial. En baterías de ion-litio tiene el 77% de la capacidad mundial y en paneles fotovoltaico el 84% de la producción mundial.
La ventaja de costo, desarrollo tecnológico y capacidad instalada de China es enorme, lo cual les plantea dilemas a los países desarrollados y a los productores de minerales críticos. Para los países desarrollados, reducir rápidamente la dependencia de China requiere políticas industriales y de proteccionismo con altos costos fiscales, afectar el comercio y crecimiento global, mayores costos de la transición energética, y postergar la descarbonización.
A Chile le interesa diversificar y aumentar la competencia global en la demanda de minerales críticos. En litio se requiere promover inversiones sostenibles de diversos orígenes, buscando captar la mayor proporción de las rentas económicas que genera nuestra dotación privilegiada de este recurso. Esto requiere reducir el riesgo de poderes de mercado que depriman los precios en el largo plazo. En cobre, deberíamos desarrollar una estrategia nacional de fundiciones que incentive inversión privada diversificada, para reducir nuestras vulnerabilidades en la exportación de concentrados.
Finalmente, en el nuevo contexto geopolítico deberíamos negociar el acceso a los incentivos a la inversión nacional que han establecido los países desarrollados, mitigando así la diversión de inversiones que ya observamos con el IRA en el caso de amoniaco verde.
Un país como Chile, en lugar de ser un mero espectador de las dinámicas geopolíticas, debe establecer una estrategia que cautele los intereses de largo plazo del país.