Buenas y malas políticas públicas
ENRIQUE MARSHALL Director Programa MBMF PUCV, exvicepresidente del Banco Central
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ENRIQUE MARSHALL
En el pasado, las políticas públicas en el campo de la economía fueron objeto de análisis más bien simples, con más intuición que rigor. Se las encasillaba siguiendo el eje de derechas e izquierdas, o por su sello libremercadista o intervencionista, o también por las prioridades asignadas al crecimiento y la distribución de los ingresos.
La discusión discurría en términos escuetos y previsibles. Los partidos políticos y los gobiernos proponían políticas en función de su ideario. En ese marco, las propuestas de una vereda partidaria eran calificadas siempre como buenas y las de la vereda del frente, como malas. Entonces el conocimiento económico y la experiencia acumulada no mostraban los enormes avances observados en las últimas décadas, de manera que las propuestas, muchas veces, carecían de suficientes fundamentos.
“Existe el riesgo de que el populismo y el cortoplacismo se apoderen en determinadas circunstancias del debate público. Es un riesgo que recorre hoy el mundo y del cual no estamos inmunes”.
Sin duda, los tiempos han cambiado y ello ha traído consigo que muchos de los estereotipos empleados en el pasado se desdibujen o pierdan fuerza. Varios son los ejemplos que ilustran lo señalado.
Uno, bien conocido, es el de los retiros de los fondos de pensiones. ¿Era ésta una política de derecha o izquierda? ¿Favorecía realmente a la gente como se decía? Sabemos que encontró apoyo transversal entre los legisladores porque estos se dejaron llevar por el cortoplacismo de sus bases electorales. Pero, más allá de cualquier consideración, era una pésima política pública.
Otro ejemplo es el de la política monetaria. Hace algunos años, se consultó a una autoridad cómo definiría una política monetaria de derecha versus una de izquierda. Su respuesta fue categórica: la política monetaria solo puede recibir el calificativo de buena o mala, según si conduce o no a la estabilidad. Esta conceptualización es la que permite sostener la autonomía del Banco Central, ampliamente aceptada en nuestro país.
Un tercer ejemplo es el de la libertad de comercio y la globalización. En Chile, la apertura al comercio exterior se resistió en tiempos pasados. Hoy, en cambio, está considerada en amplios sectores como una buena política para una economía pequeña como la nuestra. Con todo, ciertas críticas emergen de tiempo en tiempo. Ocurrió con motivo de la discusión del TPP11 y vuelve a emerger hoy a propósito de las importaciones de acero desde China y sus implicancias para la planta de Huachipato.
Para las políticas públicas, el escenario que emerge es positivo, pero desafiante. En el futuro, las acciones gubernamentales tendrán exigencias muchísimo más altas en materia de diseño, preevaluación, implementación y seguimiento posterior. Lo bueno es que habrá menos espacio para los voladores de luces.
Con todo, existe el riesgo de que el populismo y el cortoplacismo se apoderen en determinadas circunstancias del debate público. Es un riesgo que recorre hoy el mundo y del cual no estamos inmunes.