Basilea III, no es el momento
Gina Ocqueteau Directora de Asociación de Emprendedores de Chile (Asech)
La respuesta a las diferentes crisis financieras ha sido siempre una mayor regulación en la industria bancaria. Así, con la esperanza de corregir las fallas de mercado y evitar nuevos episodios, fue que se aprobaron sucesivamente marcos regulatorios más estrictos como Basilea I (como respuesta a la crisis de los ochenta) y posteriormente Basilea II. El estándar de Basilea III surgió como respuesta a la crisis sub-prime de 2008 y aún no ha sido implementado en nuestro país, por lo que podría decirse que la regulación bancaria local está rezagada respecto a la norma internacional.
Existen varios factores que hacen deseable la implementación de Basilea III en Chile: el fortalecimiento de la solvencia de la banca, la armonización de los requerimientos entre filiales de bancos extranjeros y bancos locales, y el hecho de que el proceso de internacionalización de la banca chilena requiere elevar el estándar de capital.
Sin embargo, no todo es color de rosa en el mundo de Basilea III para nosotros. Un cambio en la Ley General de Bancos hacia los nuevos estándares III implicará mayores requisitos de capital para la banca en general, dado que el ratio de capital sobre activos ponderados por riesgo pasaría de 8% a 10,5%, incrementando el costo del crédito, y tendría un efecto negativo en el financiamiento bancario en general. Ya en 2011 un estudio de la OECD advertía de un menor crecimiento como consecuencia de la aplicación de esta normativa.
En Chile, los micro, pequeños y medianos deudores representan casi el 20% de las colocaciones comerciales de la banca y dicha participación ha crecido sostenidamente en el tiempo. En nuestro país la banca es la principal fuente de financiamiento para las empresas de menor tamaño, en particular para el caso de las mipymes, que cuentan con menos alternativas de financiamiento tales como créditos de proveedores o emisión de deuda. En su caso, el financiamiento bancario comprende las cuentas corrientes, líneas de crédito, leasing o factoring. Aquí el financiamiento bancario a estas empresas es mayor que en otras economías, lo que también ha sido señalado en estudios del IFC (brazo financiero del Banco Mundial).
En Chile, sin embargo, adicional a lo anterior, el regulador está proponiendo mayores requisitos que lo sugerido por BIS III, lo cual, en definitiva, se traducirá en mayores costos para financiar a las PYME y menor acceso crediticio. Esto, sumado a la grave situación derivada del Covid-19 y las implicancias post 18-O, hacen obvio que el momento de aplicar BIS III no es ahora.
Por el contrario, y de manera urgente, es necesario focalizarse en medidas que permitan canalizar recursos hacia el sector privado para enfrentar los problemas de liquidez que se derivan de la situación económica. Este tipo de medidas han sido implementadas en casi todos los países desarrollados, incluyendo desde el relajamiento de los requisitos de capital, inyecciones de liquidez y flexibilización en las regulaciones asociadas a provisiones a créditos -que se derivan de mayores plazos, renegociaciones, etc. En Chile, el Banco Central y el Ministerio de Hacienda han avanzado de manera decidida en medidas para enfrentar la peor crisis en muchos años, sin embargo, para que se materialicen en mayores créditos a PYME y emprendedores, es necesario que el regulador bancario apoye este proceso.