Reforma tributaria I
Señor Director:
La reforma tributaria la iba a pagar el 1% más rico y no afectaría el crecimiento; aún no se ha promulgado y ya ha hecho caer el crecimiento a la mitad, la inversión y el empleo se han desplomado.
La ministra del Trabajo ideológicamente afirma que el crecimiento se ha sustentado vulnerando los derechos de los trabajadores, desconociendo que los salarios reales suben debido a una mayor productividad y crecimiento económico; impone por la fuerza una intervención estatal dada una eventual asimétrica negociación entre sindicatos y empresas, sin entender el hecho evidente que nada protege mejor los derechos de los trabajadores que el empleo; acuerda y negocia el salario mínimo solamente con la CUT, despreciando el enorme aporte de las PYME al empleo; el alza real del 13% a enero del 2016 presume un aumento de productividad muy superior a lo que ha crecido en años, irresponsable medida que solo generará más desempleo.
Fortalecerá artificialmente a los sindicatos, rigidizando la negociación, desconociendo el hecho evidente que en Chile la sindicalización es baja porque es libre, no se impone.
En resumen, las fracasadas y abandonadas fórmulas socialistas de lucha de clases de inicios del siglo pasado que está impulsando el actual gobierno, están generando las condiciones para una “tormenta perfecta”: pobreza, desempleo y subdesarrollo.
Ricardo López Bisquertt
Ingeniero Comercial PUC
Reforma tributaria II
Señor Director:
La historia cuenta que el doctor con tal de darle vida a la criatura, que era la meta final de su trabajo, comenzó a introducirle muchos cambios -supuestas mejoras, parchar otras, también a quitar-, tantos que finalmente logró darle vida, transformada en un verdadero monstruo. Pero para hacer corto el cuento finalmente son tantos los daños que provoca el monstruo en vida que el doctor muere en su intento por eliminarlo y éste, arrepentido por la pérdida de su mentor, se autodestruye.
Como que se parece la historia del doctor Frankenstein y la de las reformas actuales.
Luis Enrique Soler Milla
Calidad de la educación
Señor Director:
Mucho se ha cuestionado la calidad de la educación superior chilena y han aparecido diferentes visiones respecto al significado de calidad, que si bien son diferentes, coinciden en un fondo pesimista. Esta compleja situación me recuerda el mito griego de Quimera, un monstruo imaginario muy temido por la población, por voraz y feroz.
Sin duda, la educación pública y privada deben ser evaluadas respecto a su calidad, y es necesario que este sea el principio ordenador de las decisiones en materia de inversión, política pública y desarrollo; lamentablemente, los indicadores de prestigio y rankings de las instituciones están asociados a su selectividad, exclusividad, volumen de investigación o infraestructura, y no necesariamente a su calidad, término usado como comodín para valorar los atributos de una institución o de la formación entregada a sus estudiantes.
La evaluación por resultados también tiene limitaciones, porque en países como Chile, el quintil más rico tiene el mejor puntaje PSU, mejores rendimientos académicos, mejor empleabilidad por red de contactos y más opciones de estudios de postgrado y/o de finalizarlo exitosamente. Esas condiciones materiales, que evidentemente son necesarias, no son las únicas. La calidad debiera ser tutelada bajo parámetros normativos claros, para que no se transforme en una exigencia carente de contenido o de interpretación antojadiza a la que cada quien da la forma, tal como los antiguos griegos a la mitológica Quimera.
Chile ha avanzado en cobertura de educación superior, y estamos en el momento oportuno para introducir reformas que aumenten la calidad y equidad en el acceso a ella en el largo plazo, considerando los errores y aciertos de la experiencia internacional.
Así como Quimera fue derrotada finalmente por Belerofonte y Pegaso, debiéramos cambiar el foco por el de una mejora continua, y que la calidad sea el camino, en lugar del fin último.
Roger Sepúlveda Carrasco
Rector de Santo Tomás Concepción