Señor Director:
El gobierno ha dado un “golpe al timón” sorprendiendo gratamente a nuestros connacionales en su tercer aniversario, con dos anuncios magníficos: un “Bono Compensatorio” para 300 mil familias chilenas, entre las que se incluye por primera vez en la historia a la clase media alta con ingresos hasta 60 UF mensuales, además del aumento del salario mínimo a más de $ 200 mil.
En un año clave de elecciones presidenciales y parlamentarias, nuestros compatriotas deberán emitir sus votos por quienes mejor los interpreten.
Cifras azules del actual gobierno, tales como baja inflación, pleno empleo, baja deuda fiscal, superávit fiscal, gran crecimiento, serán una opción para continuar la obra de la Alianza por Chile; o la incertidumbre que provoca la candidatura de una ex presidenta que aún no se pronuncia por su repostulación, y lo que es más preocupante la inexintencia de un “Programa de Gobierno concreto”, como segunda opción.
EDUARDO DEL CARMEN HERNÁNDEZ MUÑOZ
Señor Director:
A pocas horas del anuncio del presidente Sebastián Piñera referente a bonos y reajuste del sueldo mínimo, es imposible no recordar al actual ministro de Economía y líder de la UDI, Pablo Longueira, quien hace un tiempo hizo un fuerte hincapié sobre la carencia de un relato o un ethos que fuera parte del sello distintivo del actual gobierno.
Si revisamos los gobiernos post régimen militar, notamos que todos tenían un sello claro, definido y que mantenía una línea de consecuencia (...) En esta lista no puede estar ausente la ex presidenta Bachelet quien, bajo su política de protección social, impulso una serie de beneficios para la clase media y los más vulnerables de nuestra sociedad.
Precisamente, este último punto fue ampliamente criticado por la entonces oposición, quien tildó este tipo de acciones como “asistencialistas”.
Lo anterior, si lo llevamos a los beneficios impulsados por el actual mandatario y pensando en sus declaraciones emitidas en cadena nacional, no deja de ser curioso pero a la vez consecuencia de un discurso propio de un año electoral.
Pero lo trascendente no son sus declaraciones en sí mismas, sino que lo realmente preocupante es determinar cuál es el sello o la identidad del gobierno que preside el presidente Piñera.
Si pensamos en los precandidatos presidenciales de la Coalición por el Cambio, el trabajo de éstos no sólo estará en posicionar sus candidaturas de cara a las primarias de junio del presente año, sino también la construcción de un sello de identidad que les permita ser percibidos, por parte de la opinión pública, como candidatos a la presidencia de Chile que tienen a su haber un relato, una historia con elementos de identidad que los acerquen al electorado y no una mixtura, que busca tomar lo mejor de otras administraciones para gobernar.
Rodrigo Durán Guzmán
Señor Director:
La denominada revolución Bolivariana está llegando a su fin, al menos como la conocíamos cuando Hugo Chávez estaba con vida. Es muy probable que el actual gobierno logre la reelección en los próximos comicios, pero estará por verse si esa coalición logra proyectarse como una coalición exitosa sin Chávez.
Venezuela está hoy ad portas de una hiperinflación y con pocas perspectivas de solución a corto plazo. ¿Qué pasará entonces cuando se acabe esta tendencia alcista de los commodities impulsado por China y más particularmente el “nuevo boom” del petróleo? La respuesta es sencilla: se iniciaría una profunda estanflación en Venezuela, que muy probablemente anunciaría el fin del exitoso proceso del chavismo.
Un nuevo gobierno tendrá la misión un tanto paradójica de impulsar un plan de rescate para la economía justo en un período en que el valor de las empresas estatizadas durante el gobierno de Chávez esté en su mínimo y donde el premio por riesgo del país marcará un nuevo “peak”, dificultando el financiamiento externo. Seguramente cuando eso ocurra, los chavistas dirán que fueron víctimas del modelo económico.
Guillermo Yañez
Director Escuela Ingeniería Comercial Universidad Santo Tomás