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Los grandes desafíos que enfrenta Francia

Inicialmente, los desafíos de Macron son políticos. Debe transformar su victoria personal en un control del poder doméstico efectivo. Los obstáculos son gigantescos.

Por: Martin Wolf, Financial Times | Publicado: Miércoles 10 de mayo de 2017 a las 04:00 hrs.
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La suerte es de quien se arriesga. Emmanuel Macron hizo una gran apuesta y ganó. Ahora tiene que convertir esa victoria en éxito. Ha dado a su país, Europa y a la causa de una democracia que mira hacia afuera, una gran oportunidad. La pregunta es si puede aprovecharla. Para hacerlo, necesitará no sólo claridad y coraje, sino también suerte. Las reformas que planea podrían funcionar, económicamente y políticamente, si la recuperación de la eurozona continúa.

Inicialmente, los desafíos de Macron son políticos. Debe transformar su victoria personal en un control del poder doméstico efectivo. Los obstáculos son gigantescos. Después de todo, es un líder sin un partido establecido. Pero más allá de eso están los desafíos económicos. Su dificultad es que la encrucijada económica de Francia no es lo suficientemente mala como para convencer a un público escéptico de tolerar cambios decisivos. Exactamente lo mismo es aplicable a los intentos de trasformar la operación de la eurozona. A ojos del establishment alemán, no existe una crisis en el grupo, sino el fracaso de los franceses en “cumplir con sus deberes”.

Pero Francia no es un caso perdido. Es un país rico con excelente infraestructura y servicios públicos. Según el Fondo Monetario Internacional, el Producto Interno Bruto per cápita de Francia a paridad de poder de compra fue el mismo que el del Reino Unido en 2016, aunque 12% menor al de Alemania. Según Conference Board, la productividad laboral por hora de Francia es la misma que la de Alemania y cerca de 28% mayor que la del Reino Unido. Su distribución del ingreso disponible es mucho menos desigual que la de EEUU o Inglaterra, pero similar a la alemana. En resumen, Francia es un país rico con excelente infraestructura y servicios públicos.

Así que, ¿cuáles son sus problemas económicos? Esencialmente, hay tres: bajo empleo, bajo crecimiento económico y la gran escala del gasto público.

La tasa general de desempleo en Francia era de 10,1% en marzo de 2017, en comparación con 3,9% en Alemania y 4,5% en el Reino Unido. Peor aún, la tasa de desempleo aún es más alta de lo que registró en 2009, tras la crisis financiera global. En 2015, sólo 72% de los hombres y mujeres franceses entre 25 y 64 años tenían empleo. Eso está muy por debajo del 79% alemán y el 78% británico, pero cercano al 73% de Estados Unidos.

En términos de crecimiento económico, el factor más importante es que el PIB real per cápita era más o menos el mismo en 2016 que en 2007. Esta, entonces, ha sido una década perdida. El PIB británico per cápita, mucho más afectado por la crisis que el francés, creció hasta 2% por sobre el nivel de 2007 el año pasado, un pésimo desempeño, pero mejor que el de Francia. A Italia le ha ido peor, con el PIB real per cápita en 2016 11% menor que el de 2007. Pero en el caso de Alemania, el PIB per cápita en 2016 era 7% mayor al de 2007.

Finalmente, las finanzas públicas están bajo presión. Su característica más asombrosa es la escala de las actividades del Estado: el gasto público era 56% del PIB en 2016 según el FMI, por lejos el mayor entre las siete mayores economías. El de Alemania era 44% y el del Reino Unido 39%. Sostener los impuestos necesarios para financiar ese gasto es un desafío enorme para una economía abierta. La deuda pública neta francesa era 88% del PIB en 2016, en comparación con 45% de Alemania. En el Reino Unido y EEUU, sin embargo, era 88%.

Así, ¿qué se debe hacer? La primera prioridad es rezar por una recuperación robusta. El desempleo persistentemente alto debe ser, al menos en parte, cíclico. El FMI piensa que la brecha productiva (una medida de exceso de capacidad) está un poco por debajo del 2% del PIB potencial. Podría ser mayor aún. Es más, la inflación subyacente de precios de consumo entre un año y otro, excluyendo energía y alimentos, ha estado en, o muy por debajo del 2% todos los meses desde inicios de 2009. Más recientemente, era sólo 1,2%. Tenemos buenas razones para prever la continuación prolongada de una política monetaria altamente favorable desde el Banco Central Europeo de Mario Draghi.

En el contexto de una recuperación económica como esa, Macron necesita sacar adelante sus reformas al mercado laboral y gasto público con rapidez. La prioridad más importante en la primera es reducir la protección a trabajadores permanentes: muy pocos contratarán si no tienen posibilidades de despedir. El requisito esencial en la segunda es generar cambios permanentes en la trayectoria del gasto. El gasto francés está tan por encima de los países europeos comparables que eso debería ser factible. Pero Francia no está cerca de la quiebra. Reducir el déficit, en el caso francés, es mucho menos importante que reducir la trayectoria del gasto. El gobierno debería atreverse a recortar los impuestos, en cambio, especialmente sobre el empleo.

Con suerte, este tipo de acciones reforzarán la confianza e impulsarán la inversión. Macron podrá entonces enfocarse en reformar la eurozona. La realidad es que cualquier reforma plausible no hará mucha diferencia en el desempeño de la economía francesa en el corto a mediano plazo. Sin embargo, una vez que se haya probado que está comprometido con reformar la economía francesa, el nuevo presidente necesitará forzar un debate sobre la reparación de las enfermedades más serias de la eurozona.

Alemania se resistirá a ello. Pero debe entender que desairar a Macron sería muy peligroso. Si alguien tan entusiasta como Macron es ignorado, Marine Le Pen y la muerte del proyecto europeo estarán al acecho. Eso sería un desastre para Alemania. La Alemania post-unificación entró a la moneda única como el precio para cimentar su relación estratégica con Francia. Necesita aceptar la reforma de la eurozona, una vez más para consolidar su relación con París.

Una eurozona que sea vista como especialmente funcional para Alemania fracasará, quizá no mañana, pero sí con el tiempo. Pero la eurozona no puede ser administrada como EEUU: una federación completa no es políticamente posible. Así, ¿qué se puede hacer para mejorar su operación? Ese será mi tema la próxima semana.

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