¿Comprar para conservar?
Andrés Amengual M. , director de la ONG Puelo Patagonia
- T+
- T-
Andrés Amengual M.
A usted le ofrecen una propiedad rural, pero le aclaran que en ella no puede tener mascotas, abrir caminos, cortar árboles, acceder con su vehículo o subdividir, etc. Le informan, además, que al inmueble le afecta un gravamen perpetuo llamado derecho real de conservación, que contiene esta serie de obligaciones que usted no puede infringir.
¿Se animaría a comprar? Pasa en el sur de Chile y es un boom.
Dentro del mismo proceso existe otra vertiente, una potente y destructiva, mucho más masiva: las subdivisiones prediales, pero sin las referidas restricciones. Es la inmensa mayoría de los proyectos “ambientalmente amigables”, que incluso cuentan en su publicidad con esa figura jurídica nueva, el derecho real de conservación, pero que, analizadas las obligaciones que les impone esta restricción, garantiza la destrucción del entorno natural. Lo cierto es que una herramienta potente, que permite los esfuerzos de conservación particulares, puede llegar a carecer completamente de significado.
300 parcelas a la orilla de un río, 100 lotes en un estrecho valle en el corazón de un sector prístino. ¿Alguien realmente cree que no van a dañar el entorno? ¿Que ese fundo hoy subdividido, por no tener unas pocas vacas y perder su aptitud agrícola, está realmente ahora más protegido?
Comprar para conservar puede llegar a ser la mentira más grande y, a la vez, la amenaza más concreta para la naturaleza de La Patagonia en el último tiempo. El ambientalismo no debe oponerse al desarrollo sustentable, y cualquier aproximación distinta acerca el tema es una visión política de la sociedad profundamente fracasada. El hombre necesita progresar, y progresar también es elevar sus niveles de protección del entorno. No nos oponemos a cualquier subdivisión.
Frente a este fenómeno, las autoridades y las soluciones legislativas, como siempre, van kilómetros atrás de la realidad; y también como siempre, la única posibilidad de detener este proceso fulminante de degradación pasa por la sociedad civil organizada. Hoy la comuna de Cochamó, por ejemplo, célebre por su belleza, enfrenta varios proyectos tremendamente agresivos y que significan un enorme deterioro en sectores prístinos. Vamos a denunciar y a generar toda la oposición posible, administrativa, judicial y comunicacional, a través de un activismo responsable. No tenemos alternativa.
¿Está usted dispuesto a ceder parte de ese derecho de dominio que adquiere al comprar un inmueble, si se le invita a hacerlo para no afectar al entorno? Seguramente sí. La invitación, entonces, es muy concreta: asegúrese de que “comprar para conservar” no sea realmente un paso en falso, y que el mentado derecho real de conservación contenga obligaciones específicas que no lo conviertan nada más que en un gancho comercial, un mero continente carente de contenido.