Inversiones: ¿qué aprendimos en 2024?
Axel Christensen, Director de Estrategia de Inversiones para América Latina de BlackRock
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Axel Christensen
Para entender el futuro es necesario mirar al pasado y las inversiones no son la excepción. Hay tres lecciones de 2024 que ayudan a dar forma a las perspectivas para 2025.
Primero, la economía global está pasando por una transformación estructural, que es mucho más que un ciclo económico tradicional. Segundo, a medida que los mercados intentan interpretar los datos macroeconómicos como si se tratara de un ciclo típico, se crean oportunidades al contrarrestar los movimientos resultantes. Tercero, hay que esperar lo inesperado, pues la transformación económica y los cambios políticos pueden crear desafíos, tanto negativos como positivos, en aguas turbulentas.
“Cambios estructurales están remodelando economías y mercados y pueden cambiar las tendencias de largo plazo, haciendo posible un amplio rango de escenarios y las consiguientes diferencias en decisiones de inversión”.
El 2025 comienza con un contexto macroeconómico inusual, sobre todo en EEUU. En 2024, los indicadores que anticipaban una recesión fallaron, la inflación cayó incluso cuando el crecimiento estuvo por encima de la tendencia y la Reserva Federal bajó las tasas en 100 puntos básicos a pesar de que las condiciones financieras no eran restrictivas. Esto confundió a los mercados, que intentaron aplicar estrategias propias de un ciclo normal, llevando a cambios abruptos en las proyecciones.
Ello creó varias oportunidades de inversión. Por ejemplo, las expectativas de recorte de tasas de la Fed cambiaron el año pasado, pasando de hablar de un ciclo de flexibilización a referirse en la actualidad a una mera recalibración. A fines de año, los mercados se habían alineado con una visión de tasas más altas por más tiempo. Si bien la inflación cayó, se mantuvo lo suficientemente alta para impedir recortes bruscos de tasas, contradiciendo las estimaciones del mercado durante la mayor parte del año.
Lo anterior nos sugiere la primera lección: esto no es un ciclo económico, sino una transformación. Cambios estructurales están remodelando economías y mercados y pueden cambiar de manera importante las tendencias de largo plazo, haciendo posible un amplio rango de escenarios y las consiguientes diferencias en decisiones de inversión. El 2024 vio un sobresaliente desempeño del S&P 500 basado en la fortaleza corporativa de EEUU, incluso con preocupaciones sobre valoraciones. Sin embargo, al entrar el 2025 se comienzan a observar riesgos, como el proteccionismo comercial, que pueden cambiar la visión sobre si otros escenarios parecen más probables. Estos cambios obligan a repensar varios principios de inversión de larga data, como suponer que el crecimiento siempre revierte a su tendencia histórica.
La segunda lección es cuestionar cuando los mercados interpretan datos a través del lente de ciclo económico. El año pasado esto provocó temores de recesión y correcciones en las acciones. Estos ajustes fueron una oportunidad para quienes ven en las acciones de EEUU como una manera de participar en el efecto que la inteligencia artificial (IA) tendrá sobre el crecimiento de las utilidades.
La tercera lección es esperar más sorpresas de lo habitual, ya que la transformación amplía la gama de escenarios de mercado en tiempo real. Hace un par de años pocos se imaginaban que las empresas invertirían miles de millones de dólares en IA. La política pública es otra área que verá cambios rápidos, sobre todo con el regreso de Trump a la Casa Blanca, lo cual podría convertirse en una fuente de disrupción y sorpresas, en un mundo ya más frágil, dada la competencia estratégica entre EEUU y China.