Carlos Osiniri
Hace algunos meses fuimos testigos de un episodio mediático-legislativo donde se enfrentaron dos visiones acerca de la adquisición de software para el Estado: software libre versus pago. Las visiones contrapuestas se expusieron en la discusión acerca del "Principio de neutralidad tecnológica del Estado", que de acuerdo a lineamientos de diversos organismos estatales, debe "asegurar la plena aplicación del principio de 'neutralidad tecnológica' o 'imparcialidad tecnológica informada' en las adquisiciones y contrataciones de TICs que realice el Estado, velando porque las entidades evalúen y decidan en cada caso y de manera objetiva la mejor solución".
Casos como los de Brasil, Uruguay e Italia, donde el gobierno obliga a que ciertas organizaciones estatales favorezcan el uso de software libre antes del software pago, son ejemplos de estados que han discutido acerca del tema. Y este debate no es privativo del ámbito estatal, ya que también sucede dentro del mundo privado.
El software libre puede ser usado, copiado y redistribuido de varias formas establecidas, mientras el uso del software comercial se rige de acuerdo al pago tradicional de licencias; y cada vez encontramos más soluciones que se comercializan bajo algunas modalidades de arriendo.
En estas modalidades de uso, es donde se ha puesto el énfasis de la discusión pública, a mi juicio de manera equivocada, pues esto no es lo más relevante para entender el beneficio que otorga una solución tecnológica para ejercer la función del Estado o de una empresa; ni tampoco la adopción de un modelo por sobre otro constituye una garantía sobre la conveniencia de una adquisición.
Si el análisis de costo/beneficio se hace con honestidad y profundidad, es probable que algunas soluciones sean más baratas al principio, pero más caras al final. Lo que sí sabemos, es que el costo de las alternativas a lo largo del tiempo se parecerá bastante, ya que los parámetros del mercado son globales y hacen que las organizaciones involucradas busquen objetivos similares.
Por lo tanto, el análisis más valioso que se puede hacer al tomar una decisión tecnológica, es el del beneficio real que entregará en su ciclo de vida completo. En esa dirección, el modo de licenciamiento, o la tecnología que soporta un aplicativo de negocios comienzan a perder relevancia, y se incrementa el valor que aporta una determinada solución en el mediano y largo plazo.