El dilema del Banco Central: desaceleración económica con inflación
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Jorge Hermann
Jorge Hermann
Actualmente, el Banco Central enfrenta un dilema sobre cuándo aplicar su dosis de paliativo monetario para contener los riesgos inflacionarios latentes en nuestra economía.
En efecto, la minuta de la reunión de política monetaria de septiembre pasado muestra que el mantener o subir la tasa de política monetaria fue bastante debatido con tres votos por mantenerla (R. Vergara, S. Claro y P. García) y un voto a favor de subirla en 0,25% de J. Vial. La pregunta que surge es, ¿fue la decisión del consejero Vial acertada? La respuesta es sí, por lo siguiente:
Por una parte, existen claros antecedentes de un potencial desanclaje de la expectativa de inflación por sobre el objetivo inflacionario del 3%, cuya consecuencia es que la política monetaria no sea capaz de afectar adecuadamente la actividad económica.
Prueba de ello es que, primero, la compensación inflacionaria obtenida de la tasa de interés a dos años ha aumentado desde un 3% a 3,5% entre julio y septiembre. Segundo, la Encuesta de Expectativas Económicas del Banco Central muestra un incremento de la inflación esperada a diciembre del 2016 desde un 3,0% a 3,5% entre julio y septiembre. Tercero, la encuesta empresarial de Icare muestra que la expectativa de inflación es un 4,2% en los próximos doce meses y el índice de expectativas de costos creció un 24% entre mayo y agosto. Cuarto, la encuesta de percepción económica de Adimark muestra que un 57% de las personas señalan que los precios "subirán mucho" en los próximos doce meses. Por último, la inflación no transable crece persistentemente en torno al 5% anual desde hace diecisiete meses y no hay indicios de descenso en los meses venideros.
A lo anterior, hay que agregar que la política fiscal no ayuda a contener las presiones inflacionarias, porque el gasto público continua siendo expansivo con un crecimiento del 6,6% en el 2016, mientras que el producto potencial crece en torno a un 3,3%. Además, el déficit fiscal será un -3,5% en el 2015 y la deuda pública alcanzará un valor entre un 18% a 20% del PIB en el 2016.
Por otra parte, es comprensible que exista mesura en subir la tasa de política monetaria en un escenario de desaceleración económica con un crecimiento proyectado de 2,0% y 2,5% para el 2015 y 2016, respectivamente. Además, en el contexto económico externo se observa que la inflación externa decreció un -11,8% en agosto, las economías emergentes (China y Brasil, entre otros) están debilitadas y existe una alta volatilidad de las monedas y commodities (cobre y petróleo).
En síntesis, poniendo en la balanza por un lado el potencial desanclaje de la expectativa de inflación más la política fiscal expansiva y, por otro lado, la desaceleración de la actividad económica, es indudable que la balanza se inclina por preservar el objetivo inflacionario en el actual escenario de mayor incertidumbre interna y externa. Por lo que, es evidente que el Banco Central debiera subir la tasa de interés en la reunión del jueves 15 de octubre próximo.