En pensiones, la puerta que tenemos que cerrar
GABRIELA CLIVIO Economista, directora de Business Valuations de Mazars
- T+
- T-
Gabriela Clivio
Entre las economías emergentes, Chile tiene uno de los mercados de capitales más profundos y sofisticados. La literatura económica identifica una serie de factores vinculados al desarrollo del mercado de capitales, entre los que se encuentran: la estabilidad macroeconómica; la existencia de marcos legales que fomentan la transparencia, la competencia, la protección de los derechos de propiedad, la regulación de las quiebras y los derechos de protección de los inversionistas.
También es importante contar con una sólida regulación y supervisión financiera; la participación extranjera en los mercados de bonos en moneda local y un bajo costo del financiamiento, y la participación directa de inversionistas institucionales en los mercados financieros. En todas estas dimensiones, Chile ocupa un lugar alto entre sus pares.
“La experiencia internacional sugiere que las cuentas de capitalización individual ofrecen incentivos más fuertes para ahorrar que las cuentas nocionales o los sistemas de reparto”.
Quiero ahora hablar del rol de las AFP como inversionistas institucionales. En Chile, los fondos de pensiones son actores muy importantes en el mercado de capitales, siendo los activos en poder de éstos significativamente mayores que en otros países de América Latina y la OCDE. Estos inversionistas han jugado un papel clave en el desarrollo del mercado de capitales y en la actualidad los activos de los fondos de pensiones se ubican cerca del 70% del PIB.
La inversión de estos participantes contribuyó a obtener costos financieros más bajos, proporcionando una fuente estable de fondos para la inversión a largo plazo. Las estrategias de inversión de las AFP han favorecido los instrumentos de largo plazo y han contribuido al aumento del ahorro. Sin embargo, luego de los retiros adelantados de pensiones, los activos bajo administración disminuyeron significativamente en más de US$ 48 mil millones, equivalentes al 23% de los activos totales en 2020, o casi el 20% del PIB. Además, en el momento de los retiros de los fondos, en un contexto de alta incertidumbre y excesivos cambios de tipo de fondo estaban altamente líquidas.
Dada esta disminución de ahorro (sabemos que los hogares no sustituyeron los ahorros obligatorios con ahorros voluntarios), se produjo un aumento del costo financiero para el Gobierno y las empresas. Por este motivo, debemos evitar más retiros de los fondos de pensiones, ya que éstos debilitarían aún más el sistema, elevarían los costos fiscales y afectarían negativamente la profundidad del mercado de capitales. Nuevos retiros representarían un riesgo de liquidez sistémica, especialmente dado el entorno incierto y la disminución del número de compradores para los activos a largo plazo.
La reforma de las pensiones debe mejorar las jubilaciones y por lo anterior tiene que considerar el mercado de capitales y las implicancias macroeconómicas. Es imprescindible reponer los ahorros y fomentar la inversión. La experiencia internacional sugiere que las cuentas de capitalización individual proporcionan incentivos más fuertes para ahorrar que las cuentas nocionales o los sistemas de reparto.