A mediados del 2012, la Unión Europea y países como Estados Unidos y Japón, formalizaron un reclamo en contra de Argentina en uso del mecanismo de solución de diferencias de la OMC.
Según su reclamo, Argentina estaba vulnerando varias de sus obligaciones comerciales bajo la OMC por un conjunto de medidas impuestas a las importaciones en sectores como el farmacéutico, el automotriz, el electrónico, el de maquinaria agrícola, el de prendas de vestir, el de juguetes y el de neumáticos. Entre estas medidas denuncian demoras o rechazos sistemáticos sin motivos transparentes en la validación de la denominada Declaración Jurada Anticipada de Importación o DJAI (aún aplicada) así como el supeditar esta validación a que los importadores asumieran ciertas exigencias restrictivas del comercio impuestas por el Gobierno argentino con el fin de eliminar déficits comerciales y aumentar la sustitución de las importaciones, tales como exportar un determinado valor de mercancías desde Argentina relacionado con el valor de las importaciones; limitar el volumen de las importaciones y/o reducir su precio; abstenerse de repatriar fondos desde Argentina a otro país; realizar inversiones en Argentina o aumentar las existentes; o incorporar contenido nacional en los productos fabricados en Argentina. Lo anterior, con la agravante de tratarse de exigencias no escritas en ninguna lA mediados del 2012, la Unión Europea y países como Estados Unidos y Japón, formalizaron un reclamo en contra de Argentina en uso del mecanismo de solución de diferencias de la OMC.
Según su reclamo, Argentina estaba vulnerando varias de sus obligaciones comerciales bajo la OMC por un conjunto de medidas impuestas a las importaciones en sectores como el farmacéutico, el automotriz, el electrónico, el de maquinaria agrícola, el de prendas de vestir, el de juguetes y el de neumáticos. Entre estas medidas denuncian demoras o rechazos sistemáticos sin motivos transparentes en la validación de la denominada Declaración Jurada Anticipada de Importación o DJAI (aún aplicada) así como el supeditar esta validación a que los importadores asumieran ciertas exigencias restrictivas del comercio impuestas por el Gobierno argentino con el fin de eliminar déficits comerciales y aumentar la sustitución de las importaciones, tales como exportar un determinado valor de mercancías desde Argentina relacionado con el valor de las importaciones; limitar el volumen de las importaciones y/o reducir su precio; abstenerse de repatriar fondos desde Argentina a otro país; realizar inversiones en Argentina o aumentar las existentes; o incorporar contenido nacional en los productos fabricados en Argentina. Lo anterior, con la agravante de tratarse de exigencias no escritas en ninguna ley, reglamento o acto administrativo por constar y reflejarse sólo en acuerdos firmados entre las empresas y el Gobierno Argentino o bien en cartas dirigidas por estas empresas a funcionarios de dicho gobierno.
Hace pocos días atrás se dictaminó el fallo final en el caso concluyéndose, entre otras cosas, que tanto estas exigencias como las DJAI constituyen una restricción a la importación de mercancías incompatible con las obligaciones de Argentina bajo la OMC. Extraña que no haya sido un hecho noticioso en Chile porque muchas de nuestras empresas fueron objeto de estas medidas y siguen siéndolo de las DJAI. El Gobierno argentino ha reaccionado defendiendo su sistema de control de las importaciones como un proceso ágil y de necesario resguardo, haciendo presente que los que reclamaron son los más denunciados en la OMC con fallos negativos y argumentando que en realidad el normal abastecimiento de los productos depende de la gestión y previsión empresaria. Sin comentarios.
Lo que sí merece ser comentado es la insistencia que seguimos viendo en el actual Gobierno chileno por querer desarrollar un plan de convergencia entre la Alianza del Pacífico y los países del Mercosur. Dejando a un lado (espero estar equivocado) que lamentablemente durante el último período se ha notado cierta ralentización de un proceso tan exitoso y con tantas potencialidades como el de la Alianza del Pacífico, la verdad, con medidas como las aplicadas por Argentina, resulta difícil concebir una convergencia compatible y sobre todo simbiótica con Mercosur.ey, reglamento o acto administrativo por constar y reflejarse sólo en acuerdos firmados entre las empresas y el Gobierno Argentino o bien en cartas dirigidas por estas empresas a funcionarios de dicho gobierno.
Hace pocos días atrás se dictaminó el fallo final en el caso concluyéndose, entre otras cosas, que tanto estas exigencias como las DJAI constituyen una restricción a la importación de mercancías incompatible con las obligaciones de Argentina bajo la OMC. Extraña que no haya sido un hecho noticioso en Chile porque muchas de nuestras empresas fueron objeto de estas medidas y siguen siéndolo de las DJAI. El Gobierno argentino ha reaccionado defendiendo su sistema de control de las importaciones como un proceso ágil y de necesario resguardo, haciendo presente que los que reclamaron son los más denunciados en la OMC con fallos negativos y argumentando que en realidad el normal abastecimiento de los productos depende de la gestión y previsión empresaria. Sin comentarios.
Lo que sí merece ser comentado es la insistencia que seguimos viendo en el actual Gobierno chileno por querer desarrollar un plan de convergencia entre la Alianza del Pacífico y los países del Mercosur. Dejando a un lado (espero estar equivocado) que lamentablemente durante el último período se ha notado cierta ralentización de un proceso tan exitoso y con tantas potencialidades como el de la Alianza del Pacífico, la verdad, con medidas como las aplicadas por Argentina, resulta difícil concebir una convergencia compatible y sobre todo simbiótica con Mercosur.