Dos tomos políticos sobre los líderes socialistas en los libros más vendidos de Francia esta semana dicen mucho sobre el estado mental de la izquierda, que ve la posibilidad de ser aplastada en las elecciones presidenciales del próximo año.
Una colección de las poéticas cartas de amor de François Miterrand a su amante ha sido recibida con respeto y nostalgia por el primer presidente socialista del país, que personificó la autoridad y dignidad que los franceses esperan en una cabeza de Estado.
Por otro lado, una serie de confesiones menos íntimas de François Hollande, el actual anfitrión del Palacio de Elíseo, han generado desdén y confirmado a algunos de sus aliados más cercanos que ya no es la persona correcta para liderar el país.
La publicación de “Un presidente no debería decir eso”, en el que Hollande critica a sus colegas socialistas y espera que su partido haga un hara-kiri, ha derrumbado los índices de aprobación de Hollande hasta un record de 4%, según una encuesta de Sciences Po-Cevipof publicada el martes. Otra encuesta, de Kantar Sofres, mostró que él obtendría menos de 10% de los votos en la primera ronda de elecciones presidenciales en abril del próximo año, lejos de llegar al balotaje.
En términos estadísticos, Hollande está cerca de la muerte política, dice el profesor Bruno Cautrés, uno de los profesores de Sciences Políticas tras la encuesta.
“El libro ha destruido el plan de reconquista electoral de Hollande”, dice. “Es ir demasiado lejos. Para los franceses, es la confirmación de que él no sabe cómo comportarse como un presidente. Hace dos semanas, yo pensaba que él podía buscar la reelección. Ahora tengo serias dudas”.
Es un sentimiento compartido por un número creciente de parlamentarios socialistas, quienes temen que el libro de 600 páginas, escrito por dos periodistas de Le Monde, que se reunieron con el presidente regularmente por cinco años, ha llevado a su líder a un punto en el que una derrota no sólo es inevitable, sino también podría ser devastadora para el partido en elecciones parlamentarias futuras.
“Tenemos que encontrar una manera de convencer a Hollande de que no sea candidato, humanamente y políticamente”, dijo al diario Le Figaro François Loncle, un parlamentario socialista. “Hay una forma en la que él salga, que es mucho mejor que ser eliminado en la primera vuelta”.
Claude Bartolone, el presidente socialista de la Asamblea Nacional, a quien Hollande describe en el libro como “carente de carisma”, dijo a los parlamentarios que ahora había una “distancia entre el presidente y los franceses”. Hollande tuvo “un problema incorporando” el poder de la presidencia.
La decisión de un presidente francés de no buscar un segundo mandato sería insólita en la historia de la quinta república. Pero dicho prospecto ya no es impensable y ha iniciado una frenética búsqueda en un dividido partido por un candidato alternativo, aunque las encuestas predicen que ninguno calificaría para una segunda vuelta.
Opositores al cambio pro empresas de Hollande, como Arnaud Montebourg, el ex ministro de Economía, han impulsado sus campañas con miras a las elecciones primarias en enero. Martine Aubry, alcalde de Lille y rival por años de Hollande, ha programado una masiva manifestación el próximo mes. Se espera que Emmanuel Macron, ex asesor de Hollande y ministro de Economía que ha fundado su propio partido, confirme su oferta presidencial a fines de este año.
La atención se está centrando ahora en Manuel Valls, el primer ministro, cuyo largo servicio al partido y su tiempo como alcalde podría hacerlo un candidato legítimo. Aunque viene del ala derechista del partido, ha buscado limar asperezas con sus enemigos de la izquierda.
Incluso Jean-Christophe Cambadélis, secretario general del partido socialista y leal a Hollande, consideró esta semana que Valls tendría “más posibilidades” que Hollande como candidato presidencial. “La era post Hollande ha empezado”, dijo Dominique Moïsi, un analista político del Instituto Francés de Relaciones Internacionales.
Ayer, Valls dijo a la radio gala que un fragmentado partido socialista “podría ser aplastado, podría salir de la historia”. En un golpe implícito a las indiscreciones del mandatario añadió: “lo que tengo que decirle al presidente, se las hago directamente porque creo que el ejercicio del poder se trata de la intimidad, se trata de respetar la confianza y el secreto”.