Un título universitario en China solía ser un pasaje al éxito instantáneo en un país donde la educación terciaria era rara y apreciada. Ya no. Como muchas otras cosas en China, desde la exportación de calzado a la construcción de trenes de alta velocidad, hubo un Gran Salto Adelante en la educación superior que lleva a dudas respecto de su calidad y valor en la vida real.
Se espera que más de siete millones de estudiantes se gradúen de las universidades del país este año, un incremento de cinco veces respecto del número hace diez años.
China superó a EEUU como el mayor otorgador de doctorados en el mundo, con 50.000 nuevos en 2009 en comparación con 10.000 apenas diez años antes. Además, 1,27 millones de chinos estudian en el extranjero, según el ministerio de Educación, el número más alto de cualquier país del mundo. Los destinos más populares son EEUU, Australia, Japón, Inglaterra, Corea del Sur, Canadá y Singapur.
Un incremento tan espectacular en el talento disponible ha hecho la búsqueda de empleo cada vez más difícil para los graduados.
En la carrera por obtener mayor educación formal, muchos pasan por alto el hecho de que el éxito en China requiere más que calificaciones académicas. Conexiones, agudeza política, habilidades sociales y trabajo duro importan más - aspectos de la vida sobre los que la nueva generación de chinos tiene mucho que aprender fuera de la escuela.
Aún así, los padres chinos seguirán invirtiendo sus duramente ganados ahorros en la educación de sus hijos, con la convicción de que más títulos llevarán a un mejor empleo y mayor salario. Esperan que tras completar sus estudios en China pasen dos años en EEUU para obtener una maestría.
Pero los tiempos han cambiado. La gran cantidad de retornados está devaluando sus títulos. Lo que tienen no es tan especial como hace diez años y mucho menos que hace 20. El dicho es que los haigui, las tortugas verdes, se han convertido en haidai, algas. Hay un juego de sonidos. Haigui también significa retornados del extranjero, mientras que haidai es un apodo para los retornados que esperan un empleo. Ya no encuentran automáticamente el empleo bien pagado en una multinacional al que aspiraban.
La vida es aún más dura para quienes tienen títulos locales. Según la Academia China de Ciencias Sociales, más de 30% de los graduados en 2008 no encontraron empleo. Quienes lo hicieron, partieron con un salario cercano a 1.500 yuanes. La mayoría quiere trabajar en Beijing, Shanghai, Guangzhou y las grandes ciudades del este y el sur, donde la competencia es fiera y los costos de vida elevados. Hay oportunidades en el centro y occidente, pero pocos quieren ir allí. Los jóvenes chinos tendrán que ajustar sus expectativas, un proceso duro dado que la mayoría fueron criados como hijos únicos.