Innovación social, una gran oportunidad para las empresas

Ximena Riquelme, directora de proyectos con valor social y mentora

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La innovación social se encuentra presente en la agenda pública desde hace más de diez años, a lo largo de los cuales se han destinado recursos para su desarrollo. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la define como “soluciones innovadoras a los desafíos que enfrentan personas, cuyas necesidades no son satisfechas por el mercado, que generan un impacto positivo en la sociedad”. Cuando una de estas soluciones es desarrollada por un emprendedor, hablamos de un emprendedor social.

Durante los últimos años, los emprendedores sociales han generado propuestas para superar la pobreza, construir viviendas, parques en barrios vulnerables y habitaciones para personas en situación de calle. Han promovido la reutilización, tratamiento y disminución en la generación de residuos industriales, la purificación de agua, el fomento del reciclaje, nuevos métodos de enseñanza y han dado impulso a cambios culturales para una vida saludable, entre otros.

Estas soluciones se desarrollan en un ecosistema de entidades públicas, academia, organismos internacionales, tercer sector y empresas, conformando una comunidad de actores con convicción y con el propósito de ayudar a otras personas (¡y lo consiguen!).

Este ecosistema está creciendo. De acuerdo con el índice global de innovación 2021 de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), el ecosistema de innovación chileno lideró en Latinoamérica con el puesto 53 entre 132 países. Así también, en el ranking global de la Fundación Thomson Reuters, Chile se encuentra desde 2016 entre los diez primeros países con mejores condiciones para el emprendimiento social.

Sin embargo, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indica que la tasa de innovación de empresas del último período estudiado (2015-2016), fue de 15,1%. En ese entonces, entrevistaron a aproximadamente cinco mil ochocientas empresas, y advirtieron que solo un 2,3% de las éstas participaron en actividades de innovación social.

Hoy, ante el desborde económico y social (estallidos sociales, pandemia, guerras, crisis climática) ya varias empresas en Chile y el mundo -que no lo habían hecho aún-, están transmutando su declaración de rentabilidad hacia el valor social compartido o al valor mezclado (blended value), que conectan con el propósito de generar impacto positivo y desarrollar comunidades.

Ahora es el momento preciso para que las empresas sean protagonistas e inviertan en aquellas soluciones que necesita la comunidad y que no han sido resueltas por el mercado. La innovación social es un buen camino para encontrar esas soluciones.

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