Con la apertura de las urnas temprano en la mañana del martes, los estadounidenses se aprestaron a votar presencialmente en los 50 estados del país y que se sumarían a los más de 80 millones que ya habían emitido su sufragio por correo en durante las semanas anteriores.
El candidato republicano, Donald Trump, vio los resultados desde su comando en West Palm Beach, Florida, mismo estado en el cual ganó sin sorpresa alguna con el 56% de los votos. Otro que fue victoria para el expresidente fueron al sur del país, como Texas, Ohio, Tennessee y Alabama.
“Republicanos: ¡Lo estamos haciendo muy bien! No dejen que los muevan. ¡Manténganse en línea y voten!”, escribió en X.
Por su parte, Kamala Harris, actual vicepresidente y candidata por el Partido Demócrata, se quedó en su alma mater, la Universidad de Howard en Washington DC para el conteo de votos durante la noche. Entre los estados que se adjudicó -y que estaban dentro de lo previsto- se contabilizaron a Nueva York, Illinois y Nueva Jersey.
“Generaciones de estadounidenses lideraron la lucha por la libertad, incluida la libertad de votar. Ahora, la batuta está en nuestras manos. No desaproveches tu oportunidad”, también manifestó en X.
No obstante, la mirada seguía puesta en los siete estados claves: Arizona, Georgia, Michigan, Nevada, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin, conocidos por no tener una tendencia determinada y poder cambiar su color en cada elección.
En total, el país tiene 538 votos electorales y para ganar se requiere que cualquier candidato alcance los 270. En conjunto, los siete estados clave conforman 93 votos electorales que todavía son inciertos acerca de a qué candidato favorecerán.
Se esperaba que estos fueran los que determinarían la elección de quién será el Presidente de Estados Unidos. Incluso, se estimaba que el conteo en algunos demoraría por lo reñida de la elección.
¿Quién se queda con el control del Congreso?
La jornada electoral no solo decidía quién tendría la presidencia de la economía más grande del mundo, sino que también decide el Congreso del país.
La proyección es que la Cámara de los Representantes quede a favor de los demócratas, mientras que el Senado vaya a los republicanos. Sin embargo, ningún partido se preveía que arrasara con amplia mayoría.
De lo que se presenció el martes en la noche, se espera que la carrera por la Cámara de Representantes sea la más reñida.
De un total de 435 miembros, quien gane debe obtener 218 puestos para declarar la victoria.
En el caso del Senado, del total de 51 son necesarios obtener 35 escaños para decretar quién se queda con la mayoría.
Florida ya fue declarado victoria por los republicanos y a pesar de que se proyecta que la Cámara Alta será roja, quedan pendientes estados claves como Arizona, Maryland, Michigan, Nevada y Ohio, Texas y Nebraska.