Ad portas de presentar su libro que aborda la crisis subprime y las lecciones que surgen a raíz de ese colapso económico se encuentra el académico y ex decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad Católica, Francisco Rosende. El lanzamiento será el próximo lunes en la sede central de la citada casa de estudios.
Pese a que le ha dedicado la mayor parte de su tiempo a los detalles finales de su texto, el académico sigue de cerca la coyuntura macroeconómica y las reformas que está llevando adelante el gobierno, las que a su juicio no han sido bien elaboradas, predominando la visión ideológica antes que la técnica.
- Luego del acuerdo por la reforma tributaria el gobierno cambió su discurso y llamó a una alianza público privada para cambiar las expectativas. ¿Ha mejorado el clima para la inversión?
- Sí hubo un cambio de ambiente, pero es leve con respecto a lo que se necesita. El principal cambio se produjo cuando el gobierno se abrió a negociar la reforma tributaria, ya que a nivel técnico había consenso de que era muy mala. Lo que salió no es bueno, pero se produjo algún grado de corrección, no lo suficiente, pero evidenció una disposición a conversar de parte del gobierno.
Ahora, siguen coexistiendo dos almas al interior de la Nueva Mayoría, donde hay sectores que se dan cuenta de que los costos de esta fiebre reformista son muy altos, y eso a la vez refleja que hubo un mal trabajo de preparación de las reformas, porque se requiere un período de calma, de reflexión y de análisis en detalle para entender cómo se hace y lo que se hace. Pero hay otro grupo que tiene una perspectiva más refundacional y desestima los costos económicos y sociales que está teniendo esta dinámica y quiere seguir avanzando. Lo vemos en algunas áreas donde se siguen planteando cambios muy profundos y poco pensados, lo que en definitiva sigue postergando la toma de decisiones productivas y a partir de ahí, se irradia un montón de costo económico que estamos viendo en las cifras.
- En ese sentido, ¿considera que la reforma laboral está mal pensada?
- En general, lo que se ha visto son reformas muy profundas y poco pensadas. Ahora, con respecto a la reforma laboral hay ciertas ideas directrices, pero no se plantea la discusión de lo que debieran ser los términos más lógicos de una institucionalidad laboral, que es provocar un ambiente favorable a la creación de empleo, a la incorporación de una cantidad importante de personas, que por las rigideces del mercado laboral, no puede ingresar y equilibrar los procesos de negociación.
Hasta ahora, hemos visto sólo titulares que de alguna forma se han ido moderando, pero tampoco existe ni se visualiza una claridad de cuáles son el conjunto de propuestas que darán forma a una reforma en serio.
Entonces, en muchas de las propuestas que se han planteado hay una idea débilmente defendida y con un gran componente ideológico detrás de las mismas.
- Para la reforma laboral, ¿es preferible conocer pronto el contenido del proyecto?
- Lo primero es tomar en cuenta la evidencia a la hora de plantear la realización de reformas, porque estamos hablando de un país que en los últimos 30 a 40 años ha hecho bien las cosas en materia económica. Entonces, no entiendo por qué debería haber desviaciones considerables con respecto a la institucionalidad vigente. Lo recomendable es que a partir de lo que tiene el país proponer mejorías con respecto a lo que hay. Pero siempre los cambios se deben plantear con claridad en cuanto a sus objetivos técnicos que lo sustentan, ya que en lo que hemos conocido de las propuestas del gobierno eso no está presente. Está la idea de provocar cambios radicales sobre una inspiración muy débilmente defendida y con un componente ideológico excesivamente fuerte.
- ¿Qué le parece el cambio de tono que ha tenido el ministro de Hacienda y su llamado permanente a cuidar las expectativas?
- El cambio de tono es razonable, pero desafortunadamente viene después de un discurso muy diferente y de una reforma tributaria que ocasionará varios costos económicos, ya que todavía existen dudas en cómo se implementará. En definitiva, lo que se debe hacer, más que un llamado, es crear las condiciones para que el trabajo sea fértil. Todavía no hay un cambio en el escenario económico para que se retome la inversión por parte de los privados.
- ¿Todo este ruido interno es lo que en definitiva ha afectado en el crecimiento de la economía, que lo llevará más cerca de 2% este año?
- Es un punto esencial. Si bien no se puede desconocer que hay elementos que no tienen que ver con la política económica, como el término del ciclo minero, y algún ruido en el escenario externo, la gran parte del deterioro de la economía tiene que ver con este ambiente de incertidumbre.
- Ahora ¿cómo espera que termine la economía este año? ¿El cuarto trimestre será mejor que el resto impulsando un repunte hacia 2015?
- Es difícil que haya un cambio radical en el último trimestre de este año. Y aun cuando tuviéramos una dinámica mejor el próximo año, no veremos cambios sustanciales, porque no se ha producido ese ajuste en el entorno que haga que los empresarios se sientan más atraídos para invertir. Por el contrario, sigue habiendo un montón de dudas sobre la aplicación de la reforma tributaria, el marco regulatorio, la reforma laboral, lo que en definitiva hará que la estrategia óptima sea seguir esperando y mirar lo que ocurra. De esta forma, estaríamos viendo un crecimiento bastante modesto en relación a la capacidad de la economía chilena.
Gasto fiscal: una "aspirina"
- El gobierno situó en la ley de Presupuestos un crecimiento de 3,6% para el próximo año. ¿Lo ve factible de alcanzar?
- La mayoría de las proyecciones tienden a situarse en 3% para 2015 debido la base de comparación. Se está hablando de una dinámica bastante modesta y, a la vez, con una dinámica impulsada por un forma que no es sostenible en el tiempo, ya que termina siendo tóxica, que es la política monetaria y fiscal. Los países crecen porque hay mejoras en la productividad, mejor clima de negocio, pero no por estímulo monetario y fiscal. Entonces, no hay que engañarse con el hecho de que pudiéramos estar observando un mejor desempeño estadístico.
- ¿El mayor gasto público no es una buena forma de reactivar la economía?
- Es una aspirina para enfrentar una enfermedad más profunda, porque en definitiva la economía no crecerá sobre la base del impulso fiscal. La idea hasta ahora es que se iban a generar recursos para hacer una buena reforma educacional y, sin embargo, lo que estamos viendo es un gasto bastante general e impreciso sobre su destino. El gasto público se debe medir en cuanto a los resultados, a su rentabilidad social, pero no arreglará el panorama económico y nos seguirá postergando el problema de fondo, que es cómo se construye un ambiente amistoso en la toma de decisiones. La reactivación otorguémosla a un conjunto de medidas que mejoren el ambiente de negocios.
"El problema no es monetario"
- ¿Cómo ha visto el manejo del Banco Central tanto en su accionar como en su mensaje monetario?
- Es razonable la forma en que se ha planteado el Banco Central, particularmente, por los modelos que maneja. Y esos modelos indican que las presiones inflacionarias no están relacionadas con el dinamismo de la actividad. Por lo tanto, una economía que está floja irá conteniendo en buena medida los salarios. Me parece que en algún momento pudo haber un exceso de confianza del impacto de la bajas de tasas sobre el tipo de cambio.
Es comprensible que en la última reunión de política monetaria el ente rector haya quitado el sesgo a la baja, ya que ahora está reevaluando lo que sucede con el tipo de cambio. Además, el problema de un menor dinamismo de la economía chilena no es monetario, sino que está en el ambiente de negocios. Estamos llenos de países donde la política monetaria es sumamente expansiva, pero no crecen fuertes. Si le pedimos que la reactivación esté por el lado del BC, vamos a terminar con un menor dinamismo, pero con inflación.
- ¿Hizo bien en cambiar el sesgo y es poco probable que siga bajando la tasa?
- Con la información que tenemos hasta el momento, no debería seguir bajando la tasa. Hay que ser cautos, porque el tipo de cambio ha subido y es importante que las expectativas de inflación no se desanclen. Es prudente que vaya cautelando y analice paso a paso lo haga, por lo que es adecuado que mantenga un sesgo neutro.