DF Lab Opinión / Ciencia Abierta: Innovación SIN Fronteras
"Es de esperar que el proyecto de ley de Transferencia Tecnológica genere un cambio cultural en el mundo científico para transformar los conocimientos en soluciones de alto impacto para toda la sociedad".
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El proyecto de ley de Transferencia Tecnológica que se tramita en el Congreso es una excelente noticia para el ecosistema nacional de innovación y desarrollo de soluciones basadas en ciencia. En especial, por su foco en socializar el conocimiento generado desde el I+D por parte de las instituciones de educación superior; en fomentar la asociatividad entre el mundo del conocimiento con el sector privado; y en incentivar la creación de empresas de base científico-tecnológicas (EBCT).
Es de esperar que esta iniciativa genere un cambio cultural en el mundo científico para transformar los conocimientos en soluciones de alto impacto para toda la sociedad. Es especialmente notable la inclusión de mecanismos de difusión masiva y gratuita del conocimiento generado con financiamiento estatal, resguardando la propiedad intelectual. ¿Cuántos estudios terminan en un cajón sin posibilidad de explorar su aplicación? Transferir estos conocimientos bajo una lógica de ciencia abierta puede ser la puerta para que compañías emergentes potencien la innovación científica y posibiliten sinergias con la academia.
Dicho lo anterior, hay que advertir que el proyecto establece que las instituciones de educación superior podrán crear o participar de las EBCT que surjan de los resultados generados por la investigación, mediante un porcentaje de derechos de propiedad intelectual (IP). Desde el punto de vista del financiamiento, esta modalidad no siempre es la mejor estrategia para asegurar el crecimiento o éxito de compañías nacientes, en particular cuando se adopta una estrategia de Venture Funding.
Las instituciones educativas pueden ser clave al incubar innovaciones y al facilitar la integración de capacidades e infraestructura (laboratorios, espacios de trabajo, pilotaje). Sin embargo, la estructura propuesta genera incertidumbre para futuros inversionistas pues en las etapas tempranas de la startup, no está claro cómo esa participación en el IP se reflejará en la participación de la compañía y qué límites habrá para futuros éxitos.
Por ejemplo, nuevos conocimientos que emerjan de las EBCT podrían estar vinculados al IP original, lo que supone una compleja negociación caso a caso a ojos de futuros partners. Una vía alternativa para destrabar estos obstáculos es que las instituciones de educación tomen una participación como accionistas de las compañías, valorizando su aporte de IP u otros que hayan sido claves en el proceso de gestación.
En pos de construir un ecosistema que facilite la transición de los investigadores hacia el emprendimiento (y del conocimiento a la sociedad), las instituciones de educación superior deberían establecer mecanismos flexibles y alternativos para ser parte de las startups que emerjan desde el mundo académico.
En la medida en que las políticas públicas, normativas y políticas internas de las universidades converjan en esta dirección, le estaremos dando alas a los emprendedores para construir su camino y estrategia. Así, más que medir cuántas patentes están ingresando, las universidades podrán maximizar el retorno financiero e impacto de sus esfuerzos, generando un círculo virtuoso para retroalimentar la cultura de innovación en el país.