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El primer trago amargo de Cerveza +56

Cuando sus principales clientes –supermercados y restaurantes– dejaron de comprar o empezaron a pedir mucho menos, los creadores de esta PYME pensaron incluso en cerrar. Pero decidieron resistir y trabajar de lunes a lunes para darle la vuelta a la crisis: ya comienzan a repuntar.

Por: Mateo Navas García | Publicado: Jueves 19 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Jaime Villalón y Francisca Pacheco renunciaron a sus trabajos en 2013 para crear Cerveza +56. Hoy están enfocados en levantar su emprendimiento.
Jaime Villalón y Francisca Pacheco renunciaron a sus trabajos en 2013 para crear Cerveza +56. Hoy están enfocados en levantar su emprendimiento.

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Francisca Pacheco tuvo una decisión impulsiva de la que hoy, pese a todo, no se arrepiente. En 2013, cuando estaba ideando una forma de independizarse y de concretar el sueño de un negocio propio, vendió su departamento y renunció a su trabajo en el rubro del retail. Su objetivo era claro: quería obtener el capital necesario para crear Cerveza +56, una empresa dedicada a la fabricación artesanal de cerveza, con un sello de la cultura chilena.

Y si bien el proceso de adaptación y crecimiento fue lento, Pacheco puede decir que han ganado presencia en un mercado que –con los años– se ha vuelto cada vez más competitivo. Hoy se estima que existen más de cien cervecerías artesanales repartidas en todo el territorio nacional. “Queríamos salirnos de la zona de confort, del trabajo tradicional. Buscando cosas que hacer y buscando varios rubros en ascenso llegamos a la cerveza artesanal”, cuenta la fundadora.

Pero el camino para llegar a este punto no fue fácil. Partieron en una casa, con una olla de cien litros y con poco conocimiento de esta industria. Ahora producen su cerveza en una planta especializada y en unos recipientes que superan los 1.500 litros. Han contratado personal y los cerveceros que conocen el mercado ya valoran su marca. Actualmente tienen presencia en los supermercados Tottus y Jumbo y en decenas de restaurantes repartidos por todo Chile.

Pero el 18 de octubre todo cambió. Las protestas obligaron a los restaurantes y a los supermercados –sus principales motores de venta– a paralizar o ralentizar su actividad. Esto generó un impacto directo y automático en los ingresos de la compañía, los cuales se redujeron un 80% en las primeras semanas de movilizaciones. “Pasamos por estados todos los días. Es un tobogán de emociones, de sentimientos y de energía”, sostiene Pacheco.

El peor momento posible

“Muchos (supermercados) estaban saqueados y cerrados. La gente solo estaba comprando cosas de primera necesidad. Los restoranes también estuvieron afectados, algunos no nos pidieron nunca más”, se lamenta Pacheco al recordar el inicio de las protestas que caracterizaron el estallido social.

Aparte de la poca demanda, la cancelación de ferias y eventos nubló todavía más el panorama. Esto generó, según Pacheco, nerviosismo al interior de la empresa: “Fue un proceso de angustia e incertidumbre. No saber lo que iba a pasar. Escuchar a cada uno de nuestros clientes, cada historia era increíble”, rememora.

Paradójicamente, antes de que el estallido social comenzara, Francisca Pacheco y su socio Jaime Villalón se estaban preparando para la mejor temporada del año. El calor llegaba a Santiago y eso significaba solo una cosa: el aumento exponencial de las ventas. Pero todo se interrumpió.

La contingencia y las bajas ventas los obligaron a pensar rápido, a improvisar y a idear nuevas alternativas para refrescar su propuesta de negocio. Potenciaron los regalos corporativos de fin de año y su presencia en las ferias pequeñas dedicadas a ayudar a las PYME se ha multiplicado. Estos han sido los salvavidas que los han mantenido a flote. “Es la parte buena de la crisis, que es buscar otra cosa, potenciar la creatividad, la energía y la fuerza”, sugiere Pacheco.

“Nos íbamos para abajo y había que tomar la decisión rápida de ver qué hacíamos. Ahí surgieron un montón de iniciativas: ferias chicas, eventos de empresas. Empezamos a participar de todo. Hemos trabajado de lunes a lunes para palear todo lo que ha pasado”, agrega Villalón.

Regreso a la normalidad

La irregularidad y la incertidumbre de las primeras semanas ya están quedando atrás. A dos meses del estallido social, Cerveza+56 ha logrado repuntar y revertir las bajas ventas. Los restaurantes están abriendo cada vez más y los supermercados han vuelto a solicitarles sus productos. Lentamente, dicen los fundadores, se está aclarando el panorama.

La razón que explica lo anterior es clara. “Uno tiene dos opciones: o mirar con optimismo o pasarlo mal. En verdad hay que tratar de cambiar un poco el switch”, dice Pacheco. Cerveza +56 eligió la primera opción.

Otro de los factores que generaron un repunte de las ventas fueron las mismas personas. En las ferias de las últimas semanas los asistentes se acercan, preguntan y les entregan palabras de apoyo. Esto ha sido un aspecto fundamental para seguir con un negocio que requiere, según los fundadores, resiliencia y capacidad de adaptación.

Y si bien en un minuto pensaron en cerrar temporalmente las puertas de esta PYME, hoy están enfocados en seguir en la misma línea: "Uno lo piensa (sobre el posible cierre) y se lo replantea todo el tiempo, pero ya es tanto que uno es capaz de trabajar de lunes a lunes. Es una manera de trascender de manera distinta", confirma su fundadora.

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