CAMBIO DE MANDO EN ARGENTINA

Nicolás Monckeberg: La soledad del ministro

El titular de Trabajo enfrenta difíciles semanas por las 40 horas. Y no se le ha visto arropado por el equipo económico ni político.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 6 de septiembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Foto: Agencia Uno
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En las filas del oficialismo no ha dejado de llamar la atención la soledad con la que ha debido hacer frente el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, al incendiado debate por la rebaja laboral de 45 a 40 horas. Se le ha visto poco acompañado en esta batalla, salvo por el Presidente.

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Parte de los argumentos del gobierno para rechazar la iniciativa de las diputadas comunistas Camila Vallejo y Karol Cariola apunta al supuesto daño que esta reducción –rígida, sin el componente de flexibilidad que tiene la propuesta de La Moneda– provocaría en materia de empleos, salarios y en las arcas fiscales. Sin embargo, aparte de entregar a la prensa un informe de Dipres que cifra en US$ 2.400 millones el impacto fiscal de la iniciativa del PC, no se ha visto al conjunto del equipo económico en un papel activo en contra del popular proyecto.

Hasta ahora nadie ha desmentido las versiones respecto de que la decisión que tomó el gobierno de encarar al proyecto de Vallejo-Cariola –dando un carácter de obligatoriedad a las 41 horas semanales promedio– tomó por sorpresa al ministro Felipe Larraín, que no estaría cómodo con la estrategia. Es una de las posibles explicaciones a la soledad de Monckeberg, que en este difícil momento no cuenta con aliados de peso como el titular de Hacienda. Tampoco del propio equipo político, que parece medio ausente, quizá enfocado en destrabar las relaciones con el PS luego del incidente con la vocera.

El ministro Monckeberg –que tiene en su cartera dos de las principales reformas del gobierno, la laboral y de pensiones– se transformó en la cara visible de un problema mayor: ante una iniciativa popular como la de las 40 horas, la única forma de haberla combatido con relativo éxito habría sido instalar los argumentos serios desde el primer momento. Pero, ¿responder a las 40 horas con 41 horas, fue realmente serio?

Con los partidos, la situación ha sido igualmente complicada para Monckeberg. La mecha inicial de esta crisis la encendió RN, cuando los hermanos Manuel José y Ximena Ossandón ­–junto a los diputados Gonzalo Fuenzalida y Francesca Muñoz– se plegaron a la propuesta de las diputadas comunistas. Desde entonces, si bien el Ejecutivo logró alinear a sus partidos con la iniciativa oficialista de 41 horas con flexibilidad, es evidente que el tema no agrada a las colectividades. Para la política, no actuar con pragmatismo ante una iniciativa popular se hace cuesta arriba.

Monckeberg ha tenido poco apoyo de su partido, RN. La colectividad de Antonio Varas 454 no le ha hecho las cosas fáciles. A saber: aparte del respaldo a Vallejo por parte de algunos militantes, se suman declaraciones del presidente de RN, Mario Desbordes, díscolo en ocasiones con La Moneda. El diputado, en medio de la crisis del gobierno y con un ministro de sus filas en problemas, pidió cambios a la reforma previsional ­–propuso que el 4% adicional no sea obligatorio para los independientes–, le bajó el perfil al apoyo de sus parlamentarios al proyecto de Vallejo y ha calificado como un error que el Ejecutivo haya puesto freno de mano a su propuesta de 41 horas con flexibilidad, como no pocas voces en el oficialismo.

Impetuoso y apasionado, Nicolás Monckeberg ha tenido adicionalmente tropiezos comunicacionales importantes. Por ejemplo, cuando se enfrascó en un debate en el matinal de TVN con el abogado Daniel Stingo; o esta semana, cuando puso como ejemplo de los efectos del proyecto de Vallejo-Cariola que los jugadores de la selección nacional no podrían jugar la Copa América. Si bien el proyecto del PC afectaría a los trabajadores sometidos a contratos con jornadas especiales, el ejemplo elegido ridiculizó y debilitó la argumentación del oficialismo al convertirse en una fuente inagotable de memes en redes sociales.

El gobierno enfrenta un panorama complejo: para poder cumplir con su intención de recurrir al Tribunal Constitucional (La Moneda indica que solo el Ejecutivo puede impulsar proyectos de ley que impliquen mayor gasto fiscal y en este caso se modifica la base para el cálculo del salario mínimo, entre otras cosas), debe esperar a que el proyecto se apruebe en la Sala de la Cámara de Diputados. Recién esta semana salió de la Comisión de Trabajo y debe volver a dicha instancia para que se voten las indicaciones. Sin aprobación en el hemiciclo, es difícil que el TC acoja a tramitación el recurso.

Es decir, quedan al menos un par de semanas con el tema abierto y, entre medio, el PC organiza el “Festival por las 40 horas”, con lo que le darán mayor exposición a un tema que ya es aprobado por un 70% de los ciudadanos, según las encuestas. La polémica por la fotografía de la intendenta Karla Rubilar con las diputadas Vallejo y Cariola –cuando pedían permiso para la actividad cultural del domingo 15– da cuenta del nerviosismo oficialista.

El Ejecutivo, en paralelo, todavía no presenta la indicación anunciada respecto de su propio proyecto de 41 horas flexibles, algo que anunció hace casi un mes (el pasado 8 de agosto). A La Moneda se le ha ido de las manos el debate de su reforma laboral y la mejor ayuda que le ha caído en las últimas horas no ha sido desde el interior del gobierno ni el oficialismo, sino desde un órgano técnico como el Banco Central y de su presidente –cercano al PS–, Mario Marcel, que advirtió sobre el impacto del proyecto en la economía.

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