CAMBIO DE MANDO EN ARGENTINA

El día después del Brexit

Si el parlamento británico no logra frenar el plan de Boris Johnson, el 31 de octubre este país dejará de ser parte de la Unión Europea.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Viernes 23 de agosto de 2019 a las 04:00 hrs.
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Desde Londres

Las especulaciones se multiplican a medida que pasan las horas. La última alerta es de la industria de alimentos sobre una posible escasez de productos frescos. Otros dicen que gente podría morir por falta de medicinas. Desde el Gobierno de Boris Johnson aseguran que nada de esto pasará, y que el 1 de noviembre la vida en el Reino Unido continuará sin problemas. O incluso, mejor.

Quedan 69 días para que el Artículo 50 entre en vigor. Si nada cambia, justo a la medianoche del 31 de octubre, Reino Unido dejará la Unión Europea.

Ayer, el presidente francés, Emmanuel Macron rechazó la demanda de Johnson de renegociar el acuerdo de salida del Reino Unido de la Unión Europea. Pero abrió la puerta a un plazo de 30 días para escuchar las alternativas que Londres quiera proponer respecto de Irlanda.

Sin embargo, un Brexit radical es una amenaza que parece más real que nunca, más aterradora que la Noche de Brujas. Este escenario implica que, desde el 1 de noviembre, el comercio de bienes y servicios entre la UE y Reino Unido operará bajo los aranceles y regulaciones de la Organización Mundial del Comercio. Reino Unido pasará a ser considerado por la UE un “tercer país”, en asuntos como migración y servicios financieros.

En medio del debate sobre ganadores y perdedores, en un escenario de Brexit radical, el jefe negociador de la UE, Michel Barnier, asegura que no habrá ganadores: “Todos deberán pagar un precio, la UE y Reino Unido, porque no hay valor añadido en el Brexit… El Brexit es una negociación negativa para todos”.

“Remainers”: problemas de transportes

Tomasz Marnick es uno de los miles de conductores polacos que transportan contenedores entre la UE y Reino Unido. Su rutina incluye una espera de entre seis y ocho horas, entre controles en el lado francés de Calais, el viaje en ferry, y el arribo a Dover, en territorio inglés.

El 1 de noviembre este casi libre tráfico se frenaría para los hasta 10.000 contenedores que cruzan el canal a diario. Los escenarios más optimistas proyectan demoras entre 24 y 48 horas, pues ahora habría que aplicar controles sanitarios y migratorios más exhaustivos.

La demora en Dover impediría que brócoli y tomates frescos lleguen a los supermercados, y demorará la distribución de unos 37 millones de paquetes de medicamentos. Además, automotrices y empresas manufactureras deberán esperar más por sus suministros importados.

Desde la Asociación de Alimentos y Bebidas recuerdan que, precisamente en noviembre, Reino Unido aumenta hasta 60% sus importaciones de alimentos. “Dado que los alimentos frescos son perecibles, esperamos que haya escasez puntual en las semanas y meses después del Brexit… Habrá algo de escasez y alzas de precios”, afirma el líder del gremio, Tim Rycroft.

Por el contrario, la Asociación de Productores Bovinos incluso predice una inundación de carne de cordero, que no podrá ser exportada a la UE, hundiendo los precios a un tercio de su valor.

El gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, espera un “shock económico inminente”, y advierte de un aumento de los costos, por mayores aranceles y trámites (certificaciones, licencias, etc) que harán que varios sectores dejen de ser viables.

Según cálculos del propio gobierno británico, un Brexit radical le costará al país 8% del crecimiento que se espera a 2035.

Pero los transportistas que cruzan a diario Dover no están pensando en 2035, sino en problemas inmediatos, como la falta de baños y papel higiénico para los miles de conductores que se quedarán varados en las autopistas. “En el mejor de los escenarios, tendremos esperas de entre 24 y 48 horas”, denuncia Duncan Buchanan, director de la Asociación de Transporte Terrestre.

“Brexiteers”: un día tranquilo

El gobierno de Boris Johnson quiere asegurarse que no pasará nada fuera de lo normal, con un plan de contingencia por 2.100 millones de libras esterlinas, que se suman a otros 4.000 millones prometidos por Theresa May. El plan abarca 12 áreas, desde construcción de bodegas para almacenar medicinas, la contratación y despliegue de miles de nuevos inspectores aduaneros, y permisos especiales para transportistas y líneas aéreas por nueve meses tras el Brexit. Además, se adoptaría una política de cero aranceles para alimentos y otros productos sensibles, a la espera de un acuerdo comercial más amplio con la UE.

Las medidas para el 1 de noviembre serían acompañadas de cambios de más largo plazo. A principios de agosto, el gobierno reveló un plan para construir 10 “puertos libres”, que contrarrestarían el impacto de dejar el mercado único europeo. Eamonn Butler, director del Instituto Adam Smith, recuerda que esta es una propuesta que data de 1981 y que en su momento fue bloqueada por la UE.

La Confederación de Industria Británica (CBI) calcula que las empresas manufactureras enfrentarán un alza de entre 9% y 17% en sus costos, debido a aranceles, licencias y otras regulaciones que aplicaría la UE. Desde el bando que apoya el Brexit, apuntan a que la depreciación de la libra esterlina (-11% desde el voto en junio 2016) neutralizaría este factor.

Las dudas de las empresas

Ni los aviones dejarán de volar, ni los estantes de los supermercados estarán vacíos. Habrá suficiente dinero y, excepto por un probable caos en puertos y fronteras el 1 de noviembre puede que sea un día bastante normal. Al menos eso predice la CBI.

El impacto, advierte, se sentiría después, cuando los permisos especiales tanto de la UE como de Reino Unido comiencen a caducar. En el caso de los productos farmacéuticos, el período de gracia es de 3 meses; para las líneas aéreas nueve, y para el transporte terrestre, seis.

Además, tras un año, calcula la CBI, Reino Unido tendrá que revisar la conveniencia de su política de cero aranceles. El gremio empresarial advierte que todas las medidas para reducir el impacto de un no-deal son solo de corto plazo y no evitarán el impacto que el Brexit tendrá en la economía británica en la próxima década.

El factor europeo e Irlanda

Mucho de lo que suceda el 1 de noviembre y las semanas posteriores dependerá de la voluntad de la UE. En Bruselas hay la percepción de que el impacto del Brexit sin acuerdo sería menor, pues Reino Unido es el destino de 8% de las exportaciones del bloque. El impacto es mayor si se considera que Alemania, Francia, Holanda y Bélgica son los principales socios comerciales de Reino Unido (fuera de Estados Unidos y China).
Analistas advierten que la UE no está tomando en serio el riesgo que un Brexit radical podría significar para medianas y pequeñas empresas, con menor capacidad para enfrentar un alza de costos. También estaría ignorando el impacto político de un quiebre con su principal vecino.
La voluntad de la UE se pondrá a prueba en Irlanda.

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