Reportajes

Juan Carvajal: “Esta es una coyuntura demasiado delicada y todos los partidos tienen que ser menos mezquinos”

El exdirector de la Secom, en el primer gobierno de Michelle Bachelet, cree que el Presidente debe limitar su grado de exposición y que la nueva vocera es empática.

Por: Claudia Rivas A. | Publicado: Viernes 10 de enero de 2020 a las 04:00 hrs.
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Está convencido que en los últimos 30 años Chile ha cambiado drásticamente, sin embargo, el periodista Juan Carvajal, exdirector de Comunicaciones (Secom) del primer gobierno de Michelle Bachelet, admite que "se mantuvieron situaciones, algunas de orden subjetivo que tienen que ver con el trato, que pesaron más de lo que uno cree" en el estallido social del 18 de octubre, aludiendo a las polémicas frases de ex y actuales ministros que, desde su punto de vista, "colmaron el vaso".

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Si bien, en esta conversación con Diario Financiero, el consultor senior de Imaginacción Consultores coincide con quienes sostienen que el malestar que provocó la actual crisis se arrastra hace tiempo, también presume que "no pasó en otros gobiernos, porque había una empatía natural, más allá de los problemas. Nadie puede negar que (Michelle) Bachelet tenía una forma empática de entenderse con la ciudadanía en todos sus actos", subraya.

-¿Cómo evalúa la reacción del La Moneda?

-Ha reflejado que el gobierno y los componentes de Chile Vamos tienen muy poca experiencia y poca calle para el manejo de conflictos. Este es un conflicto mayor, requiere de todas las capacidades, todos los talentos puestos en juego. Los actuales ministros de Hacienda, Interior y la vocera han resultado mucho mejor que lo que había. O sea, el gobierno cambió la manera de comunicarse y de tomar contacto con la gente; pero ha sido insuficiente, porque el que se impone en todos los sentidos, es el Presidente.

-¿Por qué el estallido social ocurre en este gobierno y no en el de Bachelet, por ejemplo?

-Este es el gobierno menos indicado para que le pasara esto, porque no está en condiciones de resolver el problema. Y no pasó en otros gobiernos, porque había una empatía natural de hacer gobierno, más allá de los problemas. Nadie puede negar que Bachelet tenía una forma empática de entenderse con la ciudadanía en todos sus actos.

-¿Debiera estar la mano de la Secom en el discurso del Presidente?

-Es que ahí entramos a la médula de por qué el director (de la Secom, Jorge Selume) renunció, aunque se dice que había un acuerdo desde el principio. Estamos en una situación que se salió de marco, en donde las comunicaciones dejaron de jugar un rol importantísimo.

-¿Entonces cuál es el desafío que se viene para la Secom?

-La Secom tiene que arreglar algo que no se arregla solo desde las comunicaciones, pero debería tratar que las cosas, por lo menos en este plano, adquieran cierto orden. Como hacer un anuncio, explicando sucesivamente en qué consiste para que se entienda el fondo. Falta mucho de este diálogo cotidiano, muy preciso, muy concreto que debe tener el gobernante con las personas. Ahí tenemos un problema serio.

- ¿ Su rol no es actuar también ante situaciones inesperadas?

-Por supuesto, quedaron en evidencia incapacidades para el manejo de conflictos, desde el punto de vista de las comunicaciones. En particular, porque aquí hubo una especie de seguidilla de anuncios, casi diarios, que caían en el vacío. Hay que partir de la base que Chile cambió de verdad y nadie va a poder gobernar sin considerar que hay que consultar, que tenemos una ciudadanía que quiere ser tomada en cuenta, escuchada, que quiere participar.

Ese es un mensaje para todos los gobiernos que vengan, para todos los partidos políticos y para toda la institucionalidad.

-¿El gobierno ha comprendido ese mensaje?

-Ese es uno de los problemas. Tengo la impresión que el Presidente no ha podido, no ha querido o no ha sabido entender esa señal. Estamos en una situación muy especial; histórica, en el sentido de que es inédita, y eso requiere un tipo de conducción especial.

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"Hay que ceder"

-¿Qué se puede esperar para los dos años que le quedan al gobierno?

-Esperaría que hubiera una especie de remezón en las conciencias del gobierno y que todos los partidos políticos se concentren en generar condiciones diferentes de las actuales para los próximos dos años, para el plebiscito, para la discusión de la nueva Constitución y las elecciones que vienen, porque las señales que van surgiendo de todos los lados de la política son confusas, cuando uno lo mira desde la perspectiva de la ciudadanía.

-¿Será que hace falta un liderazgo único en la oposición que actúe como interlocutor del gobierno?

-El principal problema que observo en la política es que todos los actores tienen complejos para tomar decisiones y posturas. En Chile Vamos hay sectores que no quieren permitir que José Antonio Kast les arrebate votos, como la UDI que trata de ponerse dura; lo mismo con algunos sectores de RN. En la exConcertación pasa exactamente lo mismo, casi todos miran hacia su izquierda antes de decir algo y el gobierno no quiere dar señales que sean interpretadas como debilidad.

-¿Cómo se evita que actúen en función de esos complejos?

-Lo que falta es que los actores políticos entiendan que hay que ceder. Esta es una coyuntura demasiado delicada y todos los partidos tienen que ser menos mezquinos; buscar soluciones que permitan ponerse de acuerdo en los temas fundamentales y dar señales claras, de manera que la mayoría ciudadana -que es mucho más que las personas que están en la calle- perciba que el país está retomando su rumbo.

-Pero estos dos años son electorales y los partidos se están preparando para eso.

-Yo creo que todo el mundo está haciendo cálculos y, lamentablemente, aunque sea muy comprensible, no es el momento de hacer cálculos políticos.

-En ese sentido, ¿cómo lo está haciendo la DC?

-Ni la Democracia Cristiana ni nadie queda fuera de lo que estoy diciendo. Todos están muy constreñidos por esta situación general; por no dar señales que los debiliten públicamente como opción y el castigo puede ser para todos y muy severo, porque podemos terminar con cualquier tipo de liderazgo que no tiene la experiencia, conocimiento ni capacidad para sacar a un país como Chile adelante.

-¿Qué le parece que en medio de la crisis se haya cuestionado la permanencia del Presidente en su cargo?

-Soy de los que cree que no corresponde cuestionarla. Para mí retomar los canales institucionales significa que este gobierno, el Presidente, tiene que terminar su gestión. Y, en este momento, la demanda y el desafío es para todos los partidos políticos, no solo para el gobierno.

-¿Por qué a todos?

-Porque el desprestigio o la falta de confianza que existe sobre las instituciones es muy grande y eso se recupera no solo con discursos; la responsabilidad de todos los actores institucionales es cómo hacer para recuperar de a poco el prestigio y la confianza de la ciudadanía. 

"Ser vocero en este gobierno y en estas circunstancias es muy difícil"

-¿El año 2019 fue tan malo comunicacionalmente para el gobierno como lo perciben algunos?.
-Lo que pasa es que como termina es terriblemente malo y es imposible no tener eso en cuenta. Y no solo es un año que termina muy mal, sino que es un año que augura otros dos muy complejos.
-¿Cuánto tiene que ver la comunicación en cómo la gente ha percibido la forma como se han abordado los problemas?
-El Presidente es muy personalista, muy omnipresente, y no tengo información si cuando se tomaron las decisiones, al comienzo del estallido social, la parte comunicacional estuvo presente. Si fue así, entonces hay un problema de fondo en las comunicaciones; si no fue así, las comunicaciones recibieron un legado que fueron decisiones ya tomadas, con temas que van marcando la agenda –como cuando se resolvió sacar a los militares a la calle-, marcando el acontecer noticioso.
-¿Está bien que el presidente Piñera hable cada vez menos?
-Creo que en un país presidencialista como este, los presidentes deberían hablar poco, los procesos tienen que darse y los presidentes deben aparecer cuando hay que ponerle la guinda a la torta. Pero el Presidente amasa, hornea, pone la decoración y cuando le tiene que poner la guinda a la torta, ya es demasiado.
-A su juicio, ¿cómo lo ha hecho la vocera?
-Es inevitable la comparación con lo que había. En ese sentido, la nueva vocera es mucho más empática, cuidadosa en el lenguaje, mucho menos confrontacional; pero, sin duda, no tiene nada que ver con lo que era la intendenta, porque está obligada a articular discursos que seguramente no la interpretan plenamente y trata de buscar la media entre lo que tiene que decir y lo que le parece, eso lo hace difícil. Ahora, digamos que ser vocero en este gobierno y en estas circunstancias es muy difícil.

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