Editorial

Se venden pizzas en La Pintana

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uestra edición del pasado viernes incluyó un reportaje sobre la llegada de la cadena de pizzas Papa John’s a La Pintana, el primer local de comida rápida en esa comuna de 31 kilómetros cuadrados y casi 180 mil habitantes, conocida por sus altos índices de pobreza e inseguridad. En el municipio tampoco hay centros comerciales grandes o pequeños, cine ni notaría, por dar sólo tres ejemplos; y funcionan sólo una sucursal de banco y dos supermercados. La inauguración de una franquicia internacional de venta de pizzas es, por lo tanto, un hito muy relevante, pero sobre todo, podría ser el inicio de un proceso con potencial transformador.

La apertura del local es resultado de una confluencia de intereses: el de la empresa por una oportunidad, como parte de su plan de expansión estratégica, en un mercado sin explotar y donde por ahora no enfrenta competencia; el de la Municipalidad por atraer negocios que den impulso tanto a la economía local como a la calidad de vida de sus habitantes. También los une un tercer interés, pues tanto la compañía como la alcaldía comparten la integración como objetivo básico: para la primera hace buen sentido de negocio integrarse en las comunidades en que opera, y la segunda desea promover el empleo en la comuna, de ahí que los 15 empleados del restaurante serán contratados localmente.

Este tipo de asociatividad virtuosa se sostiene con más fuerza, y tiene mayores posibilidades de éxito, gracias a razonamientos prácticos como los descritos, que a iniciativas de orden puramente asistencialista. En lugar de que una de las partes entregue y la otra reciba, en este caso ambas entregan, y por lo mismo ambas reciben. Los cuestionamientos porque se trata de vender “más comida chatarra” en un país con alta obesidad, como se pudo leer en redes sociales, sólo pueden entenderse como ejemplos de un trasnochado elitismo que ignora, o escoge ignorar, tanto las realidades del comercio como las del consumo.

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