Responsabilidad individual para una defensa colectiva

Por segunda vez en cinco meses el país despierta tras un toque de queda, en esta ocasión como parte de las 12 nuevas medidas anunciadas ayer por el gobierno para hacer frente a la emergencia del Covid-19. Esta ampliación de la respuesta a la crisis sanitaria es el siguiente paso lógico de una estrategia necesariamente progresiva, que a la vez se adapta en función de la evidencia científica recopilada en terreno sobre el progreso de la enfermedad.

De esta forma, ayer, justamente un día después de conocerse la primera muerte por coronavirus en territorio nacional, se reunió en La Moneda una mesa social que incluyó a representantes del gobierno, el Colegio Médico, la OMS, las universidades y los municipios. Ello fue una señal elocuente de la unidad de criterio que existe en un amplio espectro de actores relevantes en la elaboración del diseño —y en el respaldo— de una estrategia científica y gubernamental para controlar la expansión del virus en el corto plazo, a la espera de una vacuna u otro método que haga posible erradicarlo más adelante.

Al respecto, ante el ejemplo de otros países que han tomado medidas más drásticas, como la cuarentena total, han surgido llamados a que las autoridades chilenas hagan lo propio. Sin embargo, la misma Organización Mundial de la Salud precisó ayer que una decisión de ese alcance no es recomendable en Chile —“No puedes decir porque Argentina lo hizo, yo lo voy a hacer”, señaló su representante en Santiago—, lo que avala la postura del Ejecutivo.

No sólo es preciso recordar que la evolución del Covid-19 ha sido muy variada en los países que ha atacado —por lo cual no conviene hacer generalizaciones—, sino que en esta materia el alarmismo es casi tan peligroso como la complacencia. Ante esta crisis y en esta etapa, un acatamiento de las medidas anunciadas —sobre todo en cuanto a restricción de desplazamientos— es la actitud responsable de parte de cada ciudadano. Y la mejor defensa colectiva contra esta amenaza.