Editorial

Mesas técnicas: de lo bueno, poco

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n días recientes el gobierno ha recurrido en dos ocasiones al expediente de convocar una “mesa técnica” amplia para enfrentar discusiones complejas: la reducción de la jornada laboral y la emergencia hídrica que afecta a varias regiones. En ambos casos, a las autoridades y expertos del oficialismo se suman representantes técnicos y políticos de la oposición, algunos muy connotados, lo que es presentado como un esfuerzo por aunar criterios y voluntades en aras de abordar los grandes desafíos del país, por encima de diferencias ideológicas.

La intención de recuperar el valor del diálogo como factor clave de la vida nacional, expresada por el actual gobierno desde su victoria en las urnas y materializada luego en diversas instancias, sigue siendo tan bienvenida hoy como hace dos años. Con todo, es preciso evitar al menos dos grandes riesgos que parecen inevitablemente asociados a la reiteración de iniciativas de esta índole.

El primero de estos riesgos lo ilustra la reacción de la senadora que preside la comisión de Trabajo al retomar la discusión sobre modernización laboral con el ministro del área: “Vamos a evaluar si tiene sentido tramitar el proyecto de ley o si suspendemos hasta que la comisión de iluminados nos dé algún informe”. Más allá del sarcasmo de la parlamentaria, su comentario apunta a que, efectivamente, hay mecanismos institucionales que pueden ser pasados a llevar por comisiones creadas ad hoc. El segundo peligro es que el recurso a este tipo de mesas, precisamente por reiterado —infancia, Araucanía, desarrollo integral, seguridad ciudadana, anterior mesa laboral con sindicatos y expertos—, termine siendo ineficaz, además de costoso en términos de tiempo, dinero y esfuerzo.

Los países requieren llegar a grandes acuerdos transversales en situaciones muy excepcionales de crisis o emergencia que representan amenazas graves para su estabilidad y su convivencia. Para la inmensa mayoría de sus problemas cuentan con instituciones a las que es preciso dejar funcionar y, por cierto, en las que hay que confiar.

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