Editorial

Caso INE, Estado moderno y democracia

  • T+
  • T-

Compartir

Imagen foto_00000001

a denuncia de que podría haberse manipulado el índice de inflación que elabora el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) —hecha por su propio director basado en el trabajo de una nueva unidad de fiscalización interna— ha reabierto el debate sobre la necesidad, incluso la urgencia, de modernizar ese importante organismo. Asimismo, ha servido como lamentable recordatorio de que en el Congreso duerme hace años un proyecto de ley que otorga una mayor autonomía al INE, aspecto clave de su perfeccionamiento institucional. El problema es, por tanto, a la vez técnico y político.

Este desafío de modernización estatal estalló en la agenda a pocos días de que visitara nuestro país el prestigioso politólogo norteamericano Francis Fukuyama, una de cuyas obras quizás menos conocidas se titula, precisamente, La construcción del Estado (2005). En ella, Fukuyama plantea que dos dimensiones de la acción estatal son su “alcance” (qué cosas hace el Estado) y su “fuerza” (qué tan bien las hace), y cada sociedad tiene el reto de encontrar la combinación de ambas que mejor se ajuste a su realidad.

Casos como el del INE, el fracaso del Transantiago, la calidad de la educación y la salud públicas, la violencia en La Araucanía, o la corrupción en la justicia y Carabineros, entre otros, obligan a preguntarse tanto por el alcance como por la fuerza del Estado chileno. ¿Hace realmente lo que debe hacer y, de ser así, lo hace bien?

La pregunta atañe al corazón del sistema político porque, como explica Fukuyama en otro de sus libros, Orden y decadencia política (2014), cuando el aparato del Estado empieza a fallar en sus cometidos, los ciudadanos suelen responsabilizar a las instituciones democráticas antes que a la burocracia ineficiente. Ese es terreno fértil para las ideas antisistema, los populismos y, en definitiva, los enemigos del Estado de derecho.

Modernizar el Estado chileno es un enorme desafío de eficiencia y calidad institucional, pero en el futuro también será cada vez más un imperativo de estabilidad democrática.

Lo más leído