Editorial

Argentina y su crisis

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a contracción del PIB argentino de 19,1% en el segundo trimestre del año fue “histórica” y así fue calificada en la mayoría de los medios, incluyendo a este. Más preocupante aun, sin embargo —y más revelador acerca del descorazonador estado económico de nuestro vecino— es que no sean pocos los actores del mercado los que la consideran otra “típica crisis argentina”, y una de la cual no se ha visto lo peor todavía.

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El tipo de problemas que hoy se observan en la economía argentina no pueden atribuirse a la crisis del coronavirus, que en conjunto con un manejo poco hábil del Gobierno, únicamente ha servido para exacerbarlos, luego de tres años de recesión y seis meses de estricto confinamiento sanitario. Como en crisis anteriores, en ésta el marcado cambiario es un factor clave, con el Gobierno imponiendo controles que sólo continúan reduciendo la disponibilidad de dólares, disparando el marcado negro y golpeando a la moneda nacional.

El riesgo país está entre los peores del mundo, revelando escasa confianza de que Argentina pueda pagar su deuda internacional, recientemente reestructurada; y junto con la caída de 38,4% en la inversión (también histórica), aumentan las empresas que anuncian su salida del país o una reducción sustancial de sus operaciones. Esto último se explica, al menos en parte, por un discurso gubernamental hostil al emprendimiento y más orientado a buscar culpables por la grave situación económica, que por encontrar y aplicar soluciones de fondo a problemas conocidos.

Como también ha ocurrido en el pasado, estos problemas son en gran medida políticos, quizá tanto como económicos o incluso más. En lo inmediato, el eventual anuncio de un cambio de gabinete podría quitarle presión a la Casa Rosada, como han señalado comentaristas. Pero una salida de más largo plazo demandaría, más que un simple cambio de ministros, un giro radical a la forma en que se concibe y se ejecuta la política económica desde el Ejecutivo. El desafío, para Argentina, es que ésta no sea solamente “otra crisis”.

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