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Un modelo de empresa más sano... y competitivo

Thor Björgólfsson Presidente Novator Partners, controladores de WOM

Por: Thor Björgólfsson | Publicado: Martes 8 de octubre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Thor Björgólfsson

Hace algunos días, un editorial de este diario se refirió al rol que juegan las empresas, a propósito del documento suscrito en agosto en Estados Unidos por el Business Roundtable y de la rápida respuesta que tuvo en Chile a través de la Sofofa, concluyendo, entre otras cosas, que “es importante que la intención de hacer un aporte constructivo (a la sociedad) no termine, por un lado, lastrando a las compañías con responsabilidades que dificultan su misión principal de dar cuenta a sus accionistas; y por otro, impulsando expectativas que no están en condiciones de cumplir”.

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Una frase acertada, pero sólo en parte. La manera en la que se hacen las cosas está cambiando, pero no exclusivamente porque las empresas lo estén provocando, sino que también porque existe todo un ecosistema que lo posibilita: accionistas y quienes conforman los directorios de grandes compañías, equipos de trabajo, vendedores, clientes y la sociedad en general, todos están empujando un modelo distinto. Esto implica que hoy, para muchos inversionistas y dueños de empresas ya no es la ganancia económica lo único que importa, sino que también involucrarse y preocuparse por los temas que impactan a las comunidades.

Es decir, en vez de esperar exclusivamente un retorno financiero, lo que estamos buscando es también obtener uno social, con un detalle de cuántas personas se vieron positivamente impactadas con un negocio, y sólo así podremos cumplir con el objetivo de dar cuenta a los accionistas.

Vivimos en una sociedad en la que día a día encontramos razones para decepcionarnos y las empresas deben jugar un rol fundamental en el desarrollo y bienestar de las personas, haciéndose cargo de los clientes, de sus problemas y sus anhelos.

Por esto, muchas veces ha llamado la atención la idea de invertir en Chile. Un país que es conocido por su estabilidad, tanto en lo social como en lo económico y lo político, pero con una “competencia” muy rígida en algunas industrias, como en las telecomunicaciones o en el mercado de los medios de pago, por nombrar algunas. Altos precios y trámites engorrosos forman parte de la cotidianidad hasta que entran nuevas empresas que logran romper con estos esquemas, ofreciendo algo que es más importante que precios bajos: justicia, bajo la posibilidad para todos de acceder a servicios.

En este sentido, Chile se convierte en el mejor escenario en Sudamérica, para entrar al más puro estilo de las empresas “maverick”, aquellas que son reconocidas como una fuerza importante de rivalidad en los mercados, que representan una mayor presión competitiva por tener incentivos sustancialmente diferentes para competir en relación a los demás oferentes. En un momento en que la sociedad exige el fin de los monopolios, este tipo de empresas genera un punto de quiebre en la forma de hacer negocios, con ofertas de servicios y productos centrados en el bienestar de los clientes.

Los accionistas de hoy estamos apuntando hacia allá y necesitamos una regulación que empuje una mayor competencia, para que las empresas seamos capaces de hacernos cargo de este nuevo rol que debemos asumir: el de impulsar cambios de manera responsable y, en definitiva, ser un aporte para la comunidad.

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