Rodrigo León

Los desafíos de la enseñanza en un año excepcional

Rodrigo León Silva Abogados

Por: Rodrigo León | Publicado: Miércoles 16 de septiembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Como muchos profesores, me ha tocado desde marzo hacer clases a universitarios en sistemas a distancia, o salas virtuales como se hacen llamar ahora, en que la participación del alumno se hace muy compleja. Cursos de 60 o más alumnos mediante videoconferencia no logran los efectos de una clase presencial. Esto aplica tanto a cursos de pregrado como de postgrado.

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La gran mayoría de los alumnos tiende, con razón o sin ella, a mantener la cámara apagada y también el micrófono, lo que hace muy complejo lograr la calidad de una clase presencial, donde se puede desafiar la participación, logrando una sesión académica que en principio puede parecer apática en una gran experiencia educativa.

Esto se hace muy complicado en una sala virtual, por no decir imposible. Estos problemas los viven las universidades, pero también las escuelas y colegios, en que los alumnos deben participar en clases con profesores agotados, que trabajan mucho más de lo que haría en clases presenciales, dado que tienen que confundir su lugar de trabajo con el mantener la casa y la vida familiar al mismo tiempo.

Sin lugar a duda, el sistema actual es temporal y extraordinario. Hacer universidad y la relación alumno profesor es una manifestación de lo humano y por tanto está llamado a ser un vínculo cargado de empatía. El acto de enseñar no solamente es transmitir información o conocimiento –como si fuéramos los profesores una especie de un muy limitado Google biológico- sino también crear junto con otro una experiencia humana capaz de generar sentimientos tanto en el alumno como en el profesor. Este sentimiento se hace muy difícil en una pantalla. Dado lo anterior hay instituciones, pensando en un próximo año como el actual, que se están preparando para una educación híbrida, presencial y a distancia, con métodos sincrónicos y asincrónicos de entrega de contenidos. Unos ya lo llaman mercantilmente como educación Hyflex. Las plataformas de cursos en línea se están abarrotando de clases grabadas, para ser consultadas por miles de alumnos (cuestión que tiene sus riesgos legales, tanto en derecho de autor como en privacidad) como si cantidad fuera respuesta a la calidad que está llamado a cumplir el acto educativo.

Esto debe hacer pensar a las autoridades educativas en que este año y tal vez el próximo son años muy especiales y excepcionales. Algunas ideas creo que podrían tomarse en cuenta. Las sesiones deben ser más cortas, no deberían pasar los 60 minutos. Los bloques de clases deben ser más espaciados, cursos de 4 o 5 horas seguidas frente a una pantalla no es buena idea no solamente porque las últimas horas no se logra mucho sino porque hace mal estar todo el día pegado frente a una pantalla. Los cursos no pueden ser de más de 20 o 30 alumnos, o si son más, se deben habilitar grupos de 6 a 10 para que trabajen en conjunto. Las pruebas deben tener opciones horarias y por lo tanto hay que contar con más apoyo de profesores, de instructores y dar más responsabilidades al alumno en su autoformación a través de contenidos simples de entrega asincrónica. Siempre pensando que este es un año excepcional.

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