Columnistas

ReConstitución cultural

Carmen Gloria Larenas Directora general de Teatro Municipal

Por: Carmen Gloria Larenas | Publicado: Jueves 24 de septiembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Carmen Gloria Larenas

El debate constitucional se ha transformado en un vertiginoso bosque –oscuro para algunos, luminoso para otros- de argumentos que van en una y otra dirección para delimitar el marco jurídico, político e institucional que definirá al país en las próximas décadas.

Pero tanto entusiasmo ha generado confusión respecto de las reales consecuencias en la vida diaria, en aquellos temas más sensibles, del posible nuevo texto. La realidad es que la discusión no debería girar en torno a ideales, sino en función de las bases sobre las cuales debemos organizar la convivencia futura. La cultura –definida aquí como todo cuanto tiene que ver con obras de creación o valoración humana, lo que tiene significado espiritual y, simultáneamente, adquiere una dimensión colectiva; y todo cuanto se refiere a bienes no económicos- debe ser parte de esas bases.

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¿Por qué? Porque el proceso constituyente es, en sí mismo, un acto cultural: las dimensiones de un país se ven reflejadas en la Constitución y si bien la cultura no se confunde con la política, debido a su relevancia colectiva, el poder no le es indiferente, ni las instituciones donde éste se concentra. Asegurar el acceso a ella posiblemente tiene que ver con asegurar el derecho a la creación y a ser individual aún en un contexto de vida colectiva, y es esa expresión honesta y sana la que ayudará a fortalecer la democracia.

El proceso constituyente es, entonces, una buena oportunidad para repensar no sólo la dimensión asociada a las estructuras de poder, al marco jurídico o al esquema económico que nos regirán, sino también para definir -o redefinir, si es que algo así existe- nuestra esencia cultural como nación. Es una ocasión propicia para plasmar los deberes (semi olvidados) y derechos (sobrecomunicados) a los que aspiramos como ciudadanos, todo lo cual es, en la práctica, una definición cultural.

En esta reconstitución cultural tenemos un desafío, tal como lo tienen la política y la economía. Exige participación, compromiso, generosidad. Para asegurar su legitimidad, debe sumar voces conocidas y ajenas, estridentes y discretas. Ya que conocemos la diversidad podemos aportar, con sensibilidad, a desvestir todas las lecturas y poner el proceso creativo artístico -que funde lo individual y lo colectivo- a disposición del proceso constituyente.

La aspiración de cualquier país -y que subyace a toda la discusión sobre la Carta Fundamental- es alcanzar el desarrollo. Ya somos conscientes de que éste no queda determinado exclusivamente por el PIB per cápita o por la tasa de crecimiento, a los que reconocemos ser hoy una base valiosa para seguir construyendo sociedad. Pero si el verdadero anhelo como nación es alcanzar un desarrollo integral que resuelva, por cierto, aspectos institucionales, jurídicos y económicos, todo este proceso debe estar inspirado -y responder- a la dimensión humana y social del país. Y bajo esta concepción la cultura debe reconocerse como un pilar constituyente ineludible.

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