Columnistas

Para entender a China, abrir los ojos

Claudia Labarca profesora Asociada Facultad Comunicaciones UC; PHD en relaciones internacionales Durham U., Centro de estudios chinos

Por: Claudia Labarca | Publicado: Martes 15 de octubre de 2019 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

Claudia Labarca

Cada año -y antes de empezar la clase- le pido a mis alumnos del MBA UC que dibujen China. Una sola instrucción, nada más. Y cada año, invariablemente, tengo un conjunto de brillantes ejecutivos que me miran desconcertados preguntando qué significa lo que les acabo de decir. “Dibujen China” les repito. Y cada año, resignados, se enfrentan a un papel en blanco y a la complicada tarea de sintetizar en un solo dibujo los imaginarios que tienen de este país.

Imagen foto_00000005

Los resultados son siempre los mismos y se dividen en tres categorías. La mayoría (alrededor del 60-70% según el año) dibuja un mapa de China. Esta representación, sin embargo, carece de íconos; como un enorme gigante, pero vacío de significados. La segunda categoría responde a la idea de un país pre-moderno que se simboliza en el tradicional dǒulì, aquel sombrero cónico propio del campesino chino (y de otras partes de Asia), normalmente asociado a la recolección de arroz. También aparece la muralla china como elemento fundamental de este imaginario en el que la representación del país asiático nos releva su dimensión tradicional y agraria. Finalmente, y siempre en una cantidad menor que las dos categorías anteriores, imaginan China como la “fábrica del mundo”, con presencia de industrias y de ciertos rasgos propios de la modernidad y la occidentalización.

Así, China aparece despojada de la modernidad que hace años ya sustenta, su carácter de segunda potencia económica y de su fuerte poderío a nivel internacional.

De alguna manera, esta percepción que se observa en los dibujos de los estudiantes corresponde a lo que hace mucho tiempo ya el connotado profesor de Columbia, Edward Said, acuñó como “orientalismo” para referirse a una visión de Asia en general -fundamentalmente desde Europa- en la que predominan prejuicios y una visión “romántica” del Oriente. Así, Asia se representa como exótica y sobre todo en contraposición a la identidad occidental. Se entiende entonces al otro desde la diferencia, no desde la búsqueda de una identidad común.

Más de 10 años investigando sobre las relaciones comerciales entre China y Chile me llevan a la conclusión de que el predominio del orientalismo de Said en nuestros ejecutivos chilenos actúa como una barrera “no arancelaria” para las relaciones comerciales. Más aún, dificulta el entendimiento entre las partes -de por sí ya complejo por las diferencias horarias y lingüísticas-, ralentiza la toma de decisiones y contribuye a legitimar al otro como diferente y por tanto complejo de comprender.

Iniciativas académicas, comercial y estatales deben tomar en consideración esta tendencia al orientalismo de manera de contribuir a estrechar los lazos entre ambos países. De hecho, el programa del MBA contempla una visita a China por 15 días en la que los alumnos tienen una inmersión en lo que significa este país. Sus dibujos, en la etapa final del viaje, aparecen complejos, multidimensionales y ricos en significados icónicos.

Abandonar el orientalismo – y por ende también la tendencia al etnocentrismo propia de los ejecutivos chilenos- contribuirá significativamente a un desarrollo de relaciones de largo plazo con el gigante asiático. Chile, abre los ojos.

Lo más leído