Padre Hugo Tagle

¿Qué te pasó, Chile?

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Martes 26 de noviembre de 2019 a las 12:43 hrs.
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Esta pregunta fue tendencia en Twitter hace unas semanas. Nos ocupará durante mucho tiempo. Años. El problema no es solo económico, de pensiones, sueldos y salud. O una nueva Constitución. El papel aguanta todo.

El punto es el cambio de actitudes. Es la forma en que fuimos construyendo sociedad lo que desencadenó la catarsis delirante ese 18 de octubre para el olvido. Son tantas las aristas que, como en una madeja, vamos sacando hebras que revelan lo interconectado que se encuentra todo.

El tiempo urge. Hay que ir dando solución a las demandas ciudadanas rápido. "Han hecho de todas nuestras necesidades, un negocio", leo en un grafiti que circula por las redes. En efecto, es la sensación de esos marginados que saquean y destruyen, que lo único que pueden perder es la vida y poco les importa, la sensación de que no pertenecen a este país. De ahí su odio.

El Metro no es de ellos ¿Por qué apreciar lo "público"? La seguridad se siente casi como una proyección de la élite, de ahí el rechazo. Son arrendatarios que no han pagado su mensualidad y no pretenden hacerlo. Invitados de piedra a una fiesta en que se les deja escuchar música, pero no bailar. "No es mío", ergo lo destruyo, lo quemo.

Debemos cultivar una mentalidad integradora, en que el otro es un aliado y no un extraño. Repitámoslo de nuevo: aquí nadie sobra. Hágase a la idea, querido lector, que deberemos aprender a convivir con el extremo más intolerable a su posición, cualquiera sea ésta. Así es la democracia. De poco sirve despotricar contra el otro. Mejor buscar puntos de encuentro que permitan la construcción –reconstrucción, a estas alturas– de una casa común, de legítimo espacio y desarrollo para todos.

Hoy se trata de buscar fórmulas que permitan la vida más llevadera, amable y digna para todos. "No diga paz si lo que quiere decir es orden" gritan en la calle. La paz de los cementerios no sirve. La verdadera paz es fruto de la justicia; trabajo arduo que exige dedicación, generosidad y renuncias.

Apoyo aquí los pasos constructivos de estas últimas semanas. Los acuerdos, en primer lugar. Y el cese de la violencia. Gracias a los políticos que han tomado conciencia de su vocación pública y democrática para, acercando posiciones, construir un camino común de justicia y paz. Deberíamos ser mejores, una mejor sociedad, si se logran esos acuerdos.

Quien se reste a ellos y los mire con recelos, pierde. Ojalá la ciudadanía sepa castigar ese egoísmo. Porque no basta con hablar de democracia: ella se vive con gestos concretos.

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