Padre Hugo Tagle

Luego del virus

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 4 de mayo de 2020 a las 04:00 hrs.
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Tras el virus, todas las energías deberán estar puestas en abordar el efecto más duro de la pandemia: su brutal golpe a la economía, alto desempleo y empobrecimiento de la población. Como en otras tragedias sociales, los que más han perdido y perderán en el futuro próximo son los más pobres. Se ha usado varias veces la palabra “hambre”, casi exiliada del vocabulario occidental. Es que la verdad, no es sólo trabajo. Miles, millones, ven difícil poder poner algo en un plato hacia fin de mes.

Vienen años duros. Para abordarlos se exige mucha cohesión interna, solidaridad, espíritu de unidad, inteligencia, ganas de trabajar y emprender. Buenas ideas.

Ojalá Chile siga ese camino. Se ha invitado a un “pacto social”, apertura y diálogo para poner en pie nuevamente la economía e ir en ayuda de aquellos a quienes les costará más levantarse, como son las PYME y los e independientes.

Resulta esperanzador escuchar a empresarios y emprendedores tener listas, “en carpeta”, ideas para que el golpe del “postoperatorio” –post virus- no sea tan duro y se sorteen sus secuelas. Nada será como antes. Lo “normal” nunca más volverá a ser normal. ¿Cuándo terminará esto del coronavirus? Nunca.

Tenemos que hacernos a la idea de una readaptación de nuestras formas de vida, nuevas precauciones, modos y trato. Para no tener que recurrir nunca más a medidas tan draconianas como las aplicadas ahora para combatir esta epidemia.

Habrá que repensar la forma de construir sociedad. Ha sido recurrente la referencia a la tutela estatal. Un Estado fuerte, que no es sinónimo de “grande”, sino que eficiente, ágil y proactivo -y por lo mismo, quizá más pequeño- ha sido invocado en todos los foros.

Hemos tomado conciencia de la esencial interdependencia social, en que el bien de unos repercute en el de los demás y, viceversa: la postergación o marginación del otro me termina perjudicando. En efecto, debería cambiar el “paradigma relacional”. Mi supervivencia no es “sin el otro” sino con el otro. La noción de “autonomía”, entendida como un individualismo que prescinde del otro, en que cada uno “se rasca con sus propias uñas”, no da para más. Perdemos todos. Nociones como reciprocidad, complementariedad, solidaridad, adquieren un nuevo cariz. Formamos parte de un todo, con los otros y la naturaleza, su respeto y conservación. El tema del cuidado del medio ambiente, la crisis ecológica, debería ocuparnos más que antes.

Titánicos desafíos. Hora de arremangarse la camisa, dejar mezquindades de lado y trabajar, construir. El mejor servicio social.

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