Padre Hugo Tagle

La vida eterna

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 31 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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La celebración de la fiesta de todos los santos y difuntos es una buena oportunidad para reflexionar sobre la muerte, la "hermana muerte" como decía San Francisco. Reconcíliese con ella porque, nos guste o no, todos vamos a morir. La única certeza. El resto de la vida, son en su mayoría incertidumbres.

La Santa Sede sacó un documento relativo al cuidado y sepultura de los difuntos. Un texto que recuerda la dignidad del cuerpo humano y la necesidad de respetar y conservar su indivisibilidad.

Dice el instructivo vaticano: "La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana, predicada como una parte esencial del Misterio pascual desde los orígenes del cristianismo: "Les he trasmitido en primer lugar, lo que yo mismo recibí: Cristo murió por nuestros pecados, conforme a la Escritura. Fue sepultado y resucitó al tercer día, de acuerdo con la Escritura. Se apareció a Pedro y después a los Doce" (1 Co 15,3-5). Y continúa: "Por su muerte y resurrección, Cristo nos libera del pecado y nos da acceso a una nueva vida: "a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos... también nosotros vivamos una nueva vida" (Rm 6,4). Cristo resucitado es principio y fuente de nuestra resurrección futura. Nadie ha vuelto de la otra vida para decirnos cómo es. Solo Jesús.

Gracias a él, la muerte tiene para el cristiano un sentido positivo. La visión cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: "La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo". Dice el texto eclesial: "Por la muerte, el alma se separa del cuerpo, pero en la resurrección Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. También en nuestros días, la Iglesia está llamada a anunciar la fe en la resurrección: La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella".

Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne, y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia.

La sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde a ese respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo.

Que el recuerdo de nuestros difuntos nos fortalezca en la fe en la vida futura, donde algún día todos los encontraremos.

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