Padre Hugo Tagle

La oración del ministro

Padre Hugo Tagle En twitter: @hugotagle

Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 19 de agosto de 2019 a las 04:00 hrs.
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Hace un par de semanas, el ministro de Hacienda pidió a un grupo de monjitas que rezaran para que se acabe la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Esta simpática anécdota ocurrió en el marco de una visita a un hogar de adultos mayores, donde él comentó la propuesta una exención de contribuciones para los centros de larga estadía de adultos mayores e instituciones sin fines de lucro.

Las monjas se adelantaron a decir que rezarían por esa intención. El ministro, con buen humor, les sugirió que también pidieran por el fin de esta guerra comercial que, fuera de bromas, ha significado un golpe fuerte a la estabilidad económica nacional y mundial.

Dos buenas lecciones se desprenden de esta anécdota. La primera, en buenahora la exención de impuestos a organizaciones sin fines de lucro, sobre todo las que tienen que ver con ayuda a la tercera edad y que prestan un servicio enorme a la sociedad. Lo segundo, se nos recordó de paso que a “la dirección o administración de la casa”, en el sentido etimológico del término “economía”, no le sobra una asistencia divina, la que juega un papel no menor.

Es más: la referencia al Creador siempre resulta oportuna. Viene a cuento la célebre cita de San Ignacio: “Hay que poner todos los medios como si todo dependiese de uno, pero confiando totalmente en Dios, porque todo depende de Él”. De suyo, la confianza en la acción de Dios anima; constituye un acicate para un mejor desempeño, más apasionado, sereno, seguro y exitoso. “A Dios rogando y con el mazo dando” es un viejo refrán que nos recuerda la importancia de trabajar y esforzarse para conseguir lo deseado, al mismo tiempo que se invoca la ayuda de la gracia, sin la cual todo esfuerzo humano resulta infecundo.

La verdad, la fe y el diálogo con el Creador llevan a una “contemplación activa” o a una “activa contemplación” de las cosas humanas con tanto ardor, pasión, como dedicación, serenidad y paz. El Concilio Vaticano II expresó muy bien esta íntima relación: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón.”

Donde hay personas, ahí está Dios presente y actuante. Y lo hace a través de la acción libre del hombre. Así es que, pues nada, a trabajar con ahínco, pasión, sudor (mucho sudor) y esmero. Confiando siempre en que Dios dispone todo para bien de los que esperan en Él.

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