Padre Hugo Tagle

Fiestas patrias

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Por: Padre Hugo Tagle | Publicado: Lunes 12 de septiembre de 2016 a las 04:00 hrs.
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Releo en estas fechas "Mi sueño de Chile" del Cardenal Raúl Silva Henríquez. Hace bien para el alma y para comprobar que son más las cosas que nos unen como chilenos que aquellas que nos separan. Chile "tiene vocación de paz" dijo el Papa Juan Pablo II cuando estuvo en nuestra patria. La pura verdad. En estas fechas - como podría ser en Navidad o semana santa - debería surgir lo más noble del corazón chileno: la amistad, la solidaridad, el encontrarnos unos a otros. Y en torno a cosas simples: una empanada, una copa de vino, un baile, música, la risa liviana, la broma pícara y socarrona. Una oración ungida y profunda de agradecimiento por todo lo que Dios nos ha regalado.


Sí ¡agradecer! que es lo propio de un corazón generoso y abierto, que sabe que, al final del día, todo es gracia y regalo inmerecido. La vida. La salud. La familia. La patria. Estas fiestas nos regalan tiempo para soñar ese Chile que queremos. Está complejo el panorama. Entiendo los resquemores que saltan por muchos lados. Crece una ola de desconfianza ante el espectáculo triste de abusos incomprensibles, injusticias varias, decisiones erráticas. Un panorama laboral demasiado frágil para ser sostenible en el tiempo, acompañado de un crecimiento que no repunta como quisiéramos. Hemos madurado, estamos algo más sensatos y nos damos cuenta que, así como hay que repartir mejor la torta, también es necesario que ésta crezca.


Pero de vuelta al sueño del Cardenal. Quiero un país donde todos vivan con dignidad. Donde cada jefe de hogar tenga un trabajo estable y que le permita alimentar a su familia. Y que cada familia pueda habitar en una casa digna donde pueda reunirse a comer, a jugar y a amarse entrañablemente. Un país donde reine la solidaridad. Debemos desterrar los egoísmos y ambiciones para convertirnos en una patria solidaria. Un país donde se viva el amor ¡Renovemos nuestra capacidad de amar! busquemos el bien en el otro; veámoslo como un aliado y no como enemigo. En Chile, nadie sobra. Hágase la idea de que deberá convivir siempre con quien no le simpatiza.


Y por último, dice el Cardenal, "quiero para mi patria lo más sagrado que yo pueda decir: que vuelva su mirada hacia el Señor". Un país fraterno sólo es posible cuando se reconoce la paternidad bondadosa de Dios. Un Chile que reconozca sus raíces cristianas será una patria más unida, próspera, justa. Será "una mesa para todos". La Buena Nueva de Jesús solo trae consuelo y esperanza. Con la ayuda de María, ese sueño es posible convertirlo en realidad ¡Felices fiestas patrias!

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